Tercer Dolor: Jesús perdido en el Templo
Al verlo sus padres quedaron maravillados, y su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto, piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Jesús le respondió: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabéis que yo debo ocuparme de las cosas de mi padre”? – Lc., 2, 49
Oración en conmemoración del tercero de los siete dolores que sufrió María a lo largo de su vida:
¡Oh Virgen María! Madre Dolorosa y la más afligida de todas las madres: postrado a vuestras plantas, por los dolores que padecisteis en vuestra alma, en la vida, pasión y muerte de vuestro Santísimo Hijo, os pido perdón por mis pecados que fueron la causa principal de ellos , y la gracia de nunca más cometerlos. Amén.
Os compadezco, Señora, por el dolor intensísimo que sintió vuestro corazón maternal al veros sin el Hijo querido de vuestra alma; y me alegro del gozo inmenso que sentisteis cuando lo encontrásteis en el Templo en medio de los doctores. Por tan intenso dolor e intenso gozo, os pido la gracia de que nunca pierda la amistad de Jesús por el pecado, y la dicha de veros en el Templo Santo de la Gloria.
Señor mío Jesucristo, por las cinco llagas que padecisteis en la Cruz, y por las innumerables que durante la Pasión, abrió el amor a los hombres en todo vuestro delicadísimo cuerpo, os pido, que, según vuestra misericordia, miréis con ojos propicios a los que redimisteis con vuestra preciosísima sangre, y nos conduzcáis a la Gloria Eterna. Amén.
Representaciones de este momento en el patrimonio del Paso Azul: