José compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro – Mc. 15, 48
Oración en conmemoración del séptimo de los siete dolores que sufrió María a lo largo de su vida:
¡Oh Virgen María! Madre Dolorosa y la más afligida de todas las madres: postrado a vuestras plantas, por los dolores que padecisteis en vuestra alma, en la vida, pasión y muerte de vuestro Santísimo Hijo, os pido perdón por mis pecados que fueron la causa principal de ellos, y la gracia de nunca más cometerlos. Amén.
Os compadezco, Señora, del dolor sin medida que sintió vuestro corazón de Madre, cuando dejasteis sepultado al Hijo idolatrado de vuestra alma, en quien teníais todas las delicias; pero me alegro también, del gozo que os infundía la esperanza segura de que pronto lo veríais Resucitado y Glorioso. Por tan intensa pena, y por tan grandísimo gozo, alcanzadme, Madre Mía, la gracia de tener muertos y sepultados todos mis vicios y pasiones para que viviendo una vida inmaculada, resucite un día para la Gloria.
Señor mío Jesucristo, por las cinco llagas que padecisteis en la Cruz, y por las innumerables que durante la Pasión, abrió el amor a los hombres en todo vuestro delicadísimo cuerpo, os pido, que, según vuestra misericordia, miréis con ojos propicios a los que redimisteis con vuestra preciosísima sangre, y nos conduzcáis a la Gloria Eterna. Amén.
Representaciones de este momento en el patrimonio del Paso Azul: