12 de la noche del Viernes de Dolores. Se hace el silencio en Lorca. Todo gira en torno a un único lugar, la puerta de San Francisco, y a una sola figura, la Santísima Virgen de los Dolores. El mundo se detiene y las puertas se abren. Allí, lejos pero a la vez cerca, millares de azules contemplan a su Madre, ataviada con sus mejores galas, que deslumbrante en su trono de plata, sale a recibir el cariño de todo el pueblo azul. Silencio, silencio espectante, esperanzado, acogedor, íntimo… Un silencio que permite un momento a solas con nuestra Madre del cielo. Plegarias se alzan al firmamento desde todos los corazones azules, porque nuestra madre sale a vernos. Vivas, aplausos, alegría, esperanza… todo se conjuga para que la Virgen sienta el cariño de una ciudad rendida a sus pies en el día de su onomástica. Tras estos emotivos e intensos momentos, todos los asistentes realizan un pasacalles por la ciudad, con el objetivo de dejar las banderas de la Hermandad de Labradores en los balcones de los mayordomos elegidos este año para tal honor.



 

TEXTO: Daniel Navarro
VÍDEOS Y FOTOGRAFÍAS: Memen Martínez y Javi Martínez

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