De esta manera, y como viene siendo habitual, la Hermandad de Labradores, Paso Azul, comenzará el curso con actos en honor a su titular
La Hermandad de Labradores, Paso Azul, celebrará la próxima semana la festividad de los Dolores Gloriosos y el XX Aniversario de la Coronación Canónica de la Santísima Virgen de los Dolores.
El jueves 14 se conmemorará la festividad de la Santa Cruz, por lo que a las 20.30 horas la iglesia de San Francisco acogerá la paraliturgia de Exaltación de la Santa Cruz, mientras que el viernes, festividad de los Dolores Gloriosos, se rezará el Ángelus a las 12 horas en San Francisco. Por la tarde, concretamente a las 20 horas se rezará el Santo Rosario, para concluir la programación con la Solemne Eucaristía, prevista para las 20.30 horas y en la que intervendrá la Agrupación Coral Amadeus.
Desde el Paso Azul se anima a mayordomos y azules a que participen en los distintos actos organizados para conmemorar unas fechas tan señaladas para la Hermandad.
José Capuz Mamano (Valencia 1884 – Madrid 1964) supuso para el panorama escultórico español del primer tercio del s. XX el paso de la tradición a la contemporaneidad encarnando la reformulación de las artes escultóricas. Sobre la base de premisas propias de la antigüedad clásica, Capuz incorpora un lenguaje personal caracterizado por la simplificación expresionista propia del momento artístico en el que se desarrolla su obra. Formado académicamente en el taller de imaginería familiar y, posteriormente, en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos en Valencia, se traslada a Madrid para, poco después, iniciar un periodo de formación en países como Italia y Francia donde se contagia, en el primero, de la serena belleza de los perfiles clásicos y, en el segundo, de la indiscutible transición que supone Rodin para la escultura contemporánea.
En un segundo periodo profesional de su vida, entre su vuelta a Madrid y la posguerra española, Capuz se consolida académicamente obteniendo la Cátedra de Vaciado y Modelado de la Escuela Superior de Artes y Oficios de Madrid y, después, como académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Esta etapa supuso para Capuz la oportunidad de alcanzar el ansiado equilibrio entre lo aprendido y asimilado en su viaje europeo y las corrientes artísticas del momento; es decir, logra la armonía entre la tradición de los referentes clásicos y la incorporación de un lenguaje personal caracterizado por estar cargado de un alto contenido espiritual; trasciende la serenidad y delicadeza de las formas clásicas para dotar de emoción y narración a la obra escultórica al aprovechar la anatomía humana como vehículo conceptual, algo muy difícil de conseguir en un género como el escultórico y, más aún, en la escultura religiosa procesionaria.
La historia española va a definir la que será la tercera y definitiva etapa profesional de Capuz, pues la Guerra Civil trae consigo una importante destrucción del patrimonio religioso de cofradías procesionarias e iglesias a lo que seguiría, además, un nuevo clima de exaltación neocatolicista. La principal consecuencia será un importante número de encargos con el fin de reponer el inventario de imágenes con la peculiaridad de que éstos, mayoritariamente, pedían la máxima fidelidad a la imagen original. Esta circunstancia dejará poco margen a la creación artística pero Capuz, consagrado ya por un reconocimiento unánime de la crítica, supo superar y aprovechar esto aunando las restrictivas especificaciones de sus encargos con las características de su obra absolutamente personal, razón por la que se convierte en referencia indispensable del panorama artístico español de su época.
Es en este contexto temporal y artístico en el que la Hermandad de Labradores, Paso Azul, decide encargarle la realización de una talla que habrá de sustituir a la desaparecida imagen de la Stma. Virgen de los Dolores, titular de la cofradía.
Dentro de la producción escultórica del maestro valenciano hemos de diferenciar las obras religiosas y las profanas. La obra religiosa de José Capuz adapta las corrientes artísticas contemporáneas a la imaginería –anclada en la tradición– imprimiendo en ella los rasgos característicos del resto de su producción, lo que le confiere un aire ciertamente novedoso. El religioso es un tema que comienza a abordar en la mitad de los años 20, con obras destinadas a la cofradía marraja de Cartagena como la Virgen de la Soledad o la Piedad, y en el que se ve ratificado como renovador con la realización en 1930 del grupo escultórico del Descendimiento, también para la cofradía cartagenera y que consigue equilibrar perfectamente la tradición y la innovación.
La gran demanda de imaginería tras la Guerra Civil, género este al que prácticamente se vería reducida la actividad de los escultores, provoca que las cofradías encarguen un gran número de tallas, obras que prácticamente debían reproducir las anteriores. José Capuz, con una carrera ya consagrada antes de la contienda, combina con acierto las exigencias de los encargos con sus propias inquietudes como artista. Consistían estas en dignificar la imaginería como escultura, equiparándola con la estatuaria clásica, por ejemplo, con la utilización para la realización de la imagen de San Juan Evangelista de Cartagena de un vaciado en yeso de un busto clásico del s. II d.C., en la que subyace el interés del escultor por el mundo clásico y los valores que pudiera aportar a la imaginería.
Pese a la coyuntura, Capuz consigue realizar una actividad de creación real, llevada a cabo desde el conocimiento de las imágenes de culto y la incorporación a estas de la novedad que traían las corrientes artísticas y las características propias de su obra.
En cuanto a la obra profana, Capuz se emplea en una obra expresionista de manera mucho más evidente, con la representación de arquetipos del dolor o la espiritualidad, especialmente en sus trabajos en bronce. En su estancia en Roma entra en contacto con los autores clásicos que tomaría como referentes en su trabajo y, particularmente, con la escultura renacentista de Miguel Ángel, cuya influencia es evidente en numerosas obras posteriores.
Es claro el gusto por lo clásico en el trabajo de Capuz, y a este acudiría para reinterpretarlo en esculturas de carácter personal que se enmarcan en las corrientes artísticas del momento, con el resultado de obras como Diana cazadora, de marcadas resonancias art decó.
Al aceptar el encargo de la Santísima Virgen de los Dolores, Capuz afronta uno de los encargos más difíciles de su carrera, pues la obra ha de ajustarse a las restrictivas condiciones especificadas en el contrato con la Hermandad de Labradores y a los propios principios del escultor. Uno de estos axiomas consistía en la negativa del artista a tallar imágenes de vestir, lo que hacía extremadamente complicado completar el trabajo, pues la imagen debía ajustarse a las medidas de la anterior con el objetivo de que pudiera portar el manto ideado por Cayuela.
Una vez aceptado el encargo, decide representar a la Madre de Dios arrodillada sobre una roca del calvario, adorando la Cruz que sirvió para matar a Jesucristo. Esta disposición sigue las líneas que trazara en su juventud cuando talló «Ídolo» con el objetivo de representar el arquetipo universal del orante.
De la misma manera idea un rostro sereno y solemne para remarcar el carácter de icono venerable de la dolorosa. A esa serena grandeza de la Virgen de los Dolores contribuye su decidida frontalidad y simetría, características muy presentes en la estatuaria egipcia, uno de los principales referentes estéticos en la obra de Capuz. En este sentido también es necesario señalar la escultura conocida como Artemisa Farnesia, que concentra todos los elementos caracterizadores del ídolo religioso desde tiempos ancestrales tales como su acusada frontalidad, la actitud de orante u oferente y la utilización del revestimiento con un ajuar de carácter simbólico. Todo esto hace de la Virgen de los Dolores un ejemplo de la más bella escultura clásica pero concebida en el siglo XX.
Tuya, madre de Ramsés II
Artemisa Farnesia
En definitiva, Capuz consigue realizar una imagen atemporal de la serena meditación de los misterios dolorosos de María, que hoy en día sigue desempeñando su papel de reina en el fastuoso cortejo bíblico lorquino.
Texto: Diana Murcia; Daniel Navarro; Adrián Páez. Documentación: Capvz. Profano y Sacro; Apuntes Azules: Una visión diferente del Paso Azul; Apuntes para una historia del Paso Azul; lahornacina.com. Fotografías: Archivo Paso Azul; Google Imágenes; Francisco Javier Martínez.
La Eucaristía tendrá lugar el próximo sábado a las 20:30 horas
La Hermandad de Labradores, Paso Azul y la Asociación de Ntra. Señora de los Dolores celebrarán el próximo sábado la tradicional misa en honor de la Santísima Virgen de los Dolores en conmemoración del Día de la Madre.
El acto, que comenzará a las 20h. con el rezo del Santo Rosario tendrá lugar en la iglesia de San Francisco, sede canónica de la Hermandad. Con la intervención del Coro De Santiago, durante la Eucaristía los niños azules serán acogidos bajo el manto de la Virgen.
Cabe destacar que en esta ocasión el acto será doblemente especial, pues como se ha venido conmemorando con diversas actividades por parte de las entidades azules, este año se han cumplido 75 años de la llegada a Lorca de la imagen de Capuz.
El sábado se celebrará la imposición de medallas a los mayordomos del Paso Azul en la iglesia de San Francisco
Esta tarde comienza el Solemne Septenario en honor a Nuestra Señora de los Dolores, que se prolongará hasta el próximo miércoles 5 de abril. Durante todos los días se rezará la Santa Corona Dolorosa a las 19.30 y a las 20 horas se oficiará la Santa Misa. El domingo se celebrará a las 10 horas. En los distintos días actuarán diversos coros de la ciudad.
En la Septena correspondiente al próximo sábado 1 de abril se llevará a cabo la imposición de medallas a los mayordomos del Paso Azul frente a la imagen de la Santísima Virgen de los Dolores.
Recopilación de enlaces a las entradas confeccionadas con motivo del 75º Aniversario de la llegada a Lorca de Nuestra Madre la Stma. Virgen de los Dolores dispuestos en el orden más cómodo para su lectura:
Esta vez nos saltamos el orden cronológico seguido hasta ahora para la publicación de números de la Revista AZUL, pues la ocasión lo merece. Con motivo del 75º Aniversario de la llegada a Lorca de la Stma. Virgen de los Dolores os traemos un relato de aquel mismo momento escrito por Miguel Ángel Bastida Gil y publicado en el el número 25 de AZUL. ¡Disfruten!
Aunque dentro de unos parámetros muy estrictos y con una gama de colores limitada, el extensísimo ajuar de la Virgen de los Dolores cuenta con piezas de gran calidad que se han ido confeccionando a lo largo del tiempo. Aquí solo trataremos las piezas más reconocibles del mismo.
Mantos.
Entre los mantos bordados de la Stma. Virgen de los Dolores podemos distinguir entre mantos de camarín y mantos para salidas, siendo estos últimos de mayores dimensiones. Además, existen otros sin bordado pero de telas de gran calidad que puede llevar para el tiempo en el que se encuentra en su retablo. De los mantos de camarín destacan los dos bordados, ambos sobre terciopelo en color oscuro y con motivos vegetales, como acostumbran las distintas piezas de nuestra Hermandad. Uno de ellos se inspira en el manto negro de mediados del s. XIX, mientras que el otro presenta elementos tales como espigas o anagramas marianos. Por otro lado, entre los mantos que podríamos llamar «de procesión», encontramos dos mantos negros y el manto azul. A continuación vamos a conocer un poco de la historia de estos mantos:
A mediados del s. XIX y costeado por la entonces Camarera de la Virgen, Dª Luisa Álvarez Fajardo, se confeccionó en un taller de Lorca un manto en terciopelo negro, siendo el más antiguo de los que se atesoran actualmente en el ajuar. Se bordó siguiendo una técnica más propia de Andalucía, el bordado a la carta, y en él predominan los motivos vegetales bordados en oro. En la zona central figura un campo de estrellas cuyo bordado se asemeja más al que se desarrollaría posteriormente en Lorca, es decir, con un menor realce del oro. Vistió a la titular de la Hermandad durante la segunda mitad del s. XIX, y, tras la ejecución del manto azul, en ocasiones tan importantes como la vuelta de la Dolorosa a San Francisco en marzo de 2012.
Posteriormente, bajo dirección y diseño de D. Francisco Cayuela, se bordó entre noviembre de 1904 y junio de 1905 el manto azul que la Virgen viste en Semana Santa. Fue promovido y costeado por la Camarera de la Virgen, Dª Angelina Parra, y otras devotas de la Dolorosa. Supuso una auténtica revolución en el bordado lorquino que se desarrollaba entonces, pues apostó firmemente por la seda como protagonista indiscutible de la composición. Esta obra dio inicio a la que se ha denominado como «época dorada» del bordado lorquino.
Constituye una gran alegoría de la Pasión de Cristo, figurando en él motivos alusivos a esta como los instrumentos del martirio de Cristo, la sentencia de Pilatos o la Santa Faz. Estos se inscriben en cartelas y se sitúan sobre la escena principal, donde se representa a un grupo de ángeles junto a la Santa Cruz, uno de los cuales, con las alas extendidas arroja flores sobre el Madero mientras los otros dos lo sujetan. Todo se rodea por una orla de hojas de acanto bordadas en suaves azules. Además, el manto lleva una puntilla de encaje de bolillos de oro realizado en Almagro, Ciudad Real, desde los años ochenta del siglo XX. Alrededor del manto circula una leyenda que cuenta que Cayuela fue internado en un manicomio debido a la locura que le causó imaginar tamaña obra para su Virgen. Aunque difuminada por la tradición popular, la leyenda tiene de cierto que Cayuela estuvo ingresado en un sanatorio y que desde allí dirigió a las bordadoras. Todo esto ha contribuido de una u otra manera a engrandecer el interés que suscita esta obra maestra del bordado.
El último manto en incorporarse al ajuar de la Virgen se bordó en los talleres del Paso Azul y fue estrenado en 2013. Se trata de un manto bordado en oro sobre terciopelo negro que se adapta a las dimensiones del trono actual y se inspira en el antiguo manto negro. En su parte central figuran, además de las estrellas, dos ángeles flanqueando un anagrama mariano. Su diseño fue obra de D. Joaquín Gimeno Mouliaá y de su dirección se encargó D. Cristóbal Leal Martínez. Es el utilizado para el septenario y los distintos actos solemnes en San Francisco.
Trajes.
En la mayoría de los trajes o sayas de la Virgen de los Dolores predomina el color rosa, aunque también existen trajes de color negro. El más antiguo que se conserva pertenecía a la imagen desaparecida en la Guerra Civil, siendo el primero con el que procesionó la talla actual. Es un traje realizado sobre raso de color rosa y aunque carece de bordado, es muy rico debido a la malla de plata que lo cubre. En ella se pueden observar una serie de motivos florales y el anagrama de María. Este traje no cubría la imagen al completo sino que solo tapaba la parte delantera de la misma.
El primer traje completo que va a tener Nuestra Madre se realiza en la década de los 60 siendo Camarera Dña. Dolores García Artero. El género en el que se realizó es regalado por Teresa Castellar y el diseño del mismo estuvo a cargo de Joaquín Castellar Gallego. El traje, también de color rosa, está bordado con motivos vegetalesen tonos grises que presentan gran verticalidad. Al mismo tiempo se realizó un cojín a juego con el traje.
El Viernes de Dolores de 1987 se estrenaría un nuevo traje realizado en raso de color rosa y bordado en oro con algunos motivos en sedas y pedrería. El bordado se compone de una serie de motivos vegetales inspirados en el Manto Negro de 1856. Este traje fue costeado por la Asociación de Ntra. Sra. de los Dolores y mayordomos azules. La pieza se realiza en el domicilio de la Camarera de la Virgen, Doña Dolores García Artero, y es dirigido por Joaquín Gimeno Mouliaá, invirtiéndose en él más de dos mil horas de trabajo.
El 15 de Septiembre de 1997, día de la Coronación Canónica de la Reina del cielo, se estrena un traje realizado especialmente para la ocasión. Diseñado y dirigido por Joaquín Gimeno Mouliaá y costeado por D. Juan José García Mínguez, el traje se realiza en raso rosa y se borda en sedas matizadas de distintos colores. En él se representan diferentes motivos vegetales.
El último de los trajes que conforma el ajuar de la Doloricas es el que estrenó el Viernes de Dolores de 2011. Este traje está realizando sobre raso color rosa y bordado simulando un damasco en sedas color marfil. Fue diseñado por D. Joaquín Gimeno Mouliaá inspirándose en el traje que porta la Virgen en el estandarte del Reflejo. Con esta obra se perseguía ver a la Dolorosa de Capuz vestida según Cayuela, es decir, con este traje y el manto Azul. Actualmente procesiona con él.
La Virgen también posee un traje de terciopelo negro liso y otro de terciopelo negro y encaje de paño color marfil. Este último es el que viste durante el periodo de Verano, ya que permite mejor la «respiración de la madera» y tras la restauración de la talla fue recomendado por los propios restauradores.
Coronas.
Tras la Guerra Civil y debido a que la antigua corona de la Virgen de los Dolores había desaparecido, la Junta Directiva de la Hermandad se ve obligada a encargar una nueva aureola de las mismas características que la desaparecida. En el año 1941 y tras encargarle la nueva talla a Capuz, se le piden las medidas de la talla y la proporción que debiera tener la corona. Capuz responde a la Hermandad que la aureola ha de tener una circunferencia de 37 centímetros. Tras obtener las medidas, Joaquín Gimeno Castellar se dirigió a un taller de orfebrería de la ciudad de Murcia donde encarga la corona. Esta se compone por una aureola de torta de plata labrada. En su interior se encuentra el Anagrama de María, a este lo envuelven una serie de ráfagas en donde se pueden observar diferentes cartelas con los atributos de la pasión de Cristo. Finalmente y siguiendo el Evangelio de San Juan la rodean doce estrellas. Nuestra madre estrenaría la corona el 26 de marzo de 1942 siendo este el día de la llegada de la nueva talla a Lorca.
En el año 1965 acude al taller del orfebre murciano Vicente Segura una comitiva de azules, con D. José María Gimeno a la cabeza, con el fin de encargarle una nueva diadema para la Dolorosa. Esta se realizará durante el año 1966 y será costeada por diferentes donaciones de azules además de pagarle en especie con 3 kg. de plata. La corona está realizada en plata y bañada en oro de ley. Podemos destacar de esta diadema el Anagrama de María coronado por dos ángeles que se encuentra en la parte frontal. Tiene una estructura semicírcular y simétrica. Se compone de una serie de ráfagas de santidad y de motivos de ornamentación barroca que irradian desde la cabeza de la Virgen. Las ráfagas se coronan con 11 estrellas que contienen un brillante cada una de ellas. Cabe destacar que las estrellas se unen a las ráfagas con unos alambres, esto hace que las estrellas tengan movimiento propio en el caminar de la Virgen.
El 15 de septiembre de 1997, festividad de los Dolores Gloriosos se celebró en la iglesia de San Francisco la Coronación Canónica de la Virgen de los Dolores. Este día se le impuso la corona realizada por Fernando Marmolejo. Está compuesta por una corona o diadema propiamente dicha que presenta los símbolos de la Pasión con el escudo de la Ciudad en el centro y, por otra parte, por un halo realizado en plata dorada con diamantes y zafiros en el que figura el emblema de la Hermandad y, sobre él, un anagrama mariano superado por una paloma flanqueada por ángeles en representación del Espíritu Santo. En este halo se observan haces de rayos alternados con estrellas que suman doce, siguiendo la descripción que se hace de la Virgen en el Apocalipsis: “… una Mujer vestida de sol… ciñendo su frente una corona de doce estrellas”.
La aureola más antigua con la que cuenta el ajuar de la Virgen de los Dolores data de finales del siglo XVII y fue realizada por el lorquino Vicente Albarracín. Se trata de una pieza en plata sobredorada y en su color que se adorna con ornamentación afín al estilo de la época, predominando en ella elementos como las rocallas. Presenta los instrumentos de la Pasión encerrados en cartelas, superadas por estrellas, y, alternas a estas, haces de rayos también rematados en estrellas de doce puntas. Es la aureola que luce la talla antigua en el estandarte del Reflejo, creyéndose perdida en la guerra civil hasta que en 2002, gracias a las pruebas documentales y gráficas aportadas, se demostró que se conservaba en una iglesia de Murcia. Fue devuelta a la Hermandad de Labradores y es la que actualmente nimba a la Dolorosa cuando está se encuentra en su camarín.
Puñales.
Al igual que sucedió con la corona, tras la desaparición del puñal de la Virgen de los Dolores de Manuel Martínez, la Junta Directiva del Paso Azul realiza un nuevo puñal. Este sería encargado por D. Joaquín Gimeno Castellar al susodicho taller de orfebrería de la ciudad de Murcia. El puñal está realizado en plata labrada con ornamentación barroca y motivos vegetales. Si bien es de pequeño formato, no podemos pasar por alto la gran calidad de esta pieza. Cabe destacar que es el puñal que porta la Virgen durante todo el año en su camarín, estrenándolo el mismo día de su llegada.
En el año 1965 se encargaría un nuevo puñal a juego con la nueva diadema realizado en Murcia por el orfebre Vicente Segura. Esta espada fue encargada también por D. José María Gimeno Mouliaá y se realizaría en plata bañada en oro de ley. Este puñal tiene una hoja fina y esbelta que se introduce delicadamente en el pecho de la talla. En la empuñadura destacan los motivos vegetales y ornamentación barroca del mismo tipo que la que aparece en la diadema. Es el puñal que suele tener la Virgen durante la septena en su honor.
En el año 1973 la Virgen de los Dolores recibirá un puñal donado por un devoto que había hecho una promesa que la Virgen le concedió. Este puñal es conocido como «el de las monedas» ya que está compuesto por 7 medallas de oro en las que se representan diferentes advocaciones de la Virgen y el Sagrado Corazón de Jesús. El conjunto está engarzado en una cruz de plata que sirve como empuñadura. En los brazos de la cruz destacan tres brillantes de color aguamarina de gran tamaño y un anillo de gran valor engarzado en la parte inferior.
El anteriormente citado día de la Coronación Canónica se le puso a la Virgen el puñal realizado para la ocasión, también obra de Marmolejo y que sigue el estilo de la corona, siendo realizado en oro, turquesas y perlas.
Por último, en 2003, se regaló a la Virgen un nuevo puñal, encargado a una joyería murciana. Realizado en oro blanco y amarillo y pedrería, se configura a modo de cruz, figurando en el centro una flor que puede ser retirada, permitiendo dos vistas distintas de la misma pieza. Actualmente es el puñal con el que la Virgen desfila por carrera.
Texto: Antonio Mariano Hernández; Adrián Páez. Edición: Daniel Navarro; Documentación: Archivo Paso Azul; GuiAzul; Revista AZUL; Apuntes para una historia del Paso Azul; Azul un sentimiento. Fotografías: Archivo Paso Azul; Fco. Javier Martínez; Marian Martínez; Daniel Navarro.
El 11 de Mayo de 2011 dos fuertes terremotos provocaron enormes daños en la ciudad de Lorca. Los edificios históricos no fueron una excepción y el templo de San Francisco se vio gravemente afectado. Escasos minutos después, con el fin de salvaguardar el patrimonio de la Hermandad de Labradores, varios azules entraron en la iglesia y llevaron hasta el exterior las sagradas imágenes. Una vez fuera del templo y ante el temor de que se produjesen réplicas, se decidió trasladarlas a casas de particulares relacionados con el Paso Azul.
En los días posteriores y tras ver el buen estado que presentaba la casa de las Cariátides, se decidió llevar allí las tallas. En una de las estancias y sobre un improvisado altar se ubicó a la Stma. Virgen de los Dolores con el fin de que todos los lorquinos pudiesen comprobar que la venerada imagen se encontraba en buen estado y pudiese ser objeto de rezos y ruegos en tan difíciles momentos.
Permanecería en esta emblemática casa de la calle Nogalte, propiedad de la Hermandad, hasta que concluyesen las obras de rehabilitación del templo de San Francisco.
Los enseres y el ajuar de la Stma. Virgen de los Dolores también se pusieron a salvo en casas de particulares, mientras que el trono labrado en plata se trasladó a la nave de la Hermandad de Labradores. El 18 de marzo de 2012 la Stma. Virgen de los Dolores regresó a la iglesia de San Francisco en un trono prestado por la Hermandad de la Curia, acompañada de todos sus portapasos y de miles de azules que se dieron cita para presenciar el histórico momento.
Estandarte.
Ideado por el inmortal Francisco Cayuela en los primeros años del siglo pasado, el estandarte que precede a la Stma. Virgen de los Dolores en sus salidas procesionales es el paño conocido como «el Reflejo«. La imagen central del mismo reproduce fielmente a la Virgen de los Dolores tallada por Manuel Martínez desaparecida en 1936. Destaca además por ser el primer estandarte del mundo en el que se borda la imagen de la Virgen en sedas matizadas, conformando una obra de gran mérito e incalculable valor.
Reconocido en 2005 como Bien de Interés Cultural, fue restaurado en 2004 bajo la dirección de Joaquín Gimeno Mouliaá. Más información sobre este espectacular estandarte aquí.
Este paño recibe desde 2014 –año de su centenario– escolta de un tercio de nazarenos diseñados por Joaquín Bastida e inspirados en la cenefa del estandarte.
Nazarenos.
A su paso por carrera la Virgen de los Dolores es acompañada por dos tercios diferentes de nazarenos. Por un lado encontramos los Nazarenos de la Virgen, que la preceden, y por otro los Nazarenos de los Siete Dolores, que siguen de cerca el camino del trono.
Nazarenos de la Virgen: realizados en el año 2000 bajo la dirección de José López Gimeno (sedas) y Joaquín Gimeno Mouliáa (oro), este grupo recupera la técnica de bordado utilizada durante la época clásica del bordado lorquino. El capuz, de terciopelo azul marino, concentra la mayor parte de los bordados en punto de oro y plata con calado desde el pecho hacia abajo. Son un total de doce.
Representan en su parte anterior escenas de la vida de la Virgen y en la posterior momentos de la Pasión de Jesucristo. Estas escenas fueron extraídas de cuadros ideados por pintores barrocos de la talla de Ribera, el Greco o Velázquez. El Paso Azul ponía a los pies de la Stma. Virgen de los Dolores algunas de las obras cumbre del Siglo de Oro español.
Nazarenos de los Siete Dolores: obra de Joaquín Ruiz Guzmán y estrenados en 1987, estos siete nazarenos escoltan a la Virgen de los Dolores en su paso por la carrera. Los medallones de seda representan los Siete Dolores de la Virgen, siendo únicos en la Semana Santa lorquina por su modo de desfilar al caminar todos en línea y a la vez, manteniendo el paso y el ritmo.
Todo el conjunto va bordado en sedas y oro, figurando en la parte inferior de las túnicas diversos motivos en oro y, en la parte delantera, el corazón y el anagrama mariano. En la parte anterior del capuz encontramos el corazón y siete puñales que lo rodean, símbolo de la primitiva Hermandad de Labradores. En la espalda vemos escenas en seda con motivos alusivos a los respectivos dolores. Estos motivos en seda emplean un bordado muy plano, casi sin matizar, respondiendo a una estética de corte románico.
Procesión de Viernes de Dolores.
Cada Viernes de Dolores, día de su Onomástica, la titular del Paso Azul desfila por las calles de Lorca de forma esplendorosa. Este día, el Paso Azul honra a su Virgen poniendo en escena una procesión enteramente religiosa, dedicando por completo el cortejo a Ella. Cientos de mujeres azules ataviadas con la tradicional mantilla española acompañan a la Dolorosa durante todo el trayecto y a la escolta de la imagen se suma el Escuadrón a Caballo de la Guardia Civil, considerado en nuestro país como el cuerpo de mayor rango a nivel protocolario.
Procesión de Viernes Santo.
El último desfile por la carrera de cada Semana Santa. Una apoteosis de luz, sonido y color a la que la Hermandad de Labradores pone cada año el broche de oro con la Reina del cielo. El cortejo de la Santísima Virgen de los dolores en la procesión de Viernes Santo comienza con el estandarte del Reflejo y sus nazarenos seguidos del tercio de nazarenos de la Virgen. Tras ellos, Nuestra Madre. Inmediatamente después del trono los nazarenos de los Siete Dolores, la A.M. Mater Dolorosa, la bandera de protocolo y el Presidente de la Hermandad junto con los mayordomos que han tomado parte en la procesión. Por último, la Caballería de escolta de la Virgen.
Texto: Antonio Mariano Hernández; Miriam Lorente; Juan Bautista Mateos; Daniel Navarro; Adrián Páez. Documentación: Archivo Paso Azul; Revista AZUL; GuiAzul; Perspectivas de la Semana Santa de Lorca; Apuntes Azules: Una visión diferente del Paso Azul; Apuntes para una historia del Paso Azul. Fotografías: Daniel Franco, Bartolomé García, Jaime Insa, Fco. Javier Martínez, La Verdad.
En marzo de 1942, una reducida comitiva de la Junta Directiva de la Hermandad de Labradores, Paso Azul se dirige a Madrid para hacerse cargo de traer la nueva imagen a Lorca. Debido a la problemática de seguridad que suponía facturar la talla en el ferrocarril, y gracias a la colaboración del entonces Ministro de Educación Nacional, D. José Ibañez Martín, se consigue transportarla en el mismo departamento en el que los azules viajaban desde la estación de Atocha hasta Murcia. Su llegada a Lorca se produjo la noche del 26 de marzo en un automóvil.
La nueva imagen estuvo expuesta esa noche en casa de D. Joaquín Gimeno Castellar y Dña. Concepción Mouliaá, camarera de la Virgen. Se vistió a la Madre Azul con el manto negro de mediados del siglo XIX y uno de los trajes del ajuar, también de terciopelo negro. En ese primer momento los azules, ansiosos por ver a la Virgen, acudieron al domicilio a dar su particular bienvenida a la Dolorosa.
Al día siguiente, Viernes de Dolores, se celebró la bendición de la Virgen, que entre un gentío de azules por fin se encontraba en su casa, la iglesia de San Francisco, sobre un altar preparado para la ocasión y adornado con flores de almendro, como si a Lorca le hubiera llegado una primavera revestida de azul. Lucía el espléndido manto de Cayuela y el traje de malla de plata, el más antiguo de cuantos se conservan. Asimismo, llevaba una aureola de plata con los instrumentos de la Pasión, realizada a medida con anterioridad gracias a las indicaciones de Capuz y un pequeño puñal, también de plata.
Esa tarde se subió a la Virgen a su trono, el mismo que en los sucesivos años desfilaría por la calles de Lorca. Dicha peana llevaba en el frontal el paño del Ángel Velado, San Juan y María Magdalena en los laterales, incorporando más tarde el nuevo palio, obra de Emiliano Rojo. De esta forma la Dolorosa desfilaría esplendorosa durante muchos años cada Viernes de Dolores, día de su Santo. Al día siguiente, Sábado de Pasión, se celebró la tradicional Salve, acto de gran tradición en el seno de la Hermandad y que se sigue llevando a cabo en la actualidad.
Texto: Antonio Mariano Hernández; Adrián Páez. Edición: Daniel Navarro; Documentación: Archivo Paso Azul; GuiAzul; Perspectivas de la Semana Santa de Lorca; Apuntes para una historia del Paso Azul. Fotografías: Archivo Paso Azul.
La hermandad ha habilitado una Fila Cero para que todas las personas que lo deseen, aunque no asistan a la representación, puedan participar también...