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Caprichos del destino. La pasada Semana Santa, ante la imposibilidad de que San Patricio aguardase los tronos de la Archicofradía del Resucitado, San Francisco fue el punto de partida de la procesión de Domingo de Resurrección. Y este año El Resucitado, debido a las inclemencias del tiempo, tuvo que volver a San Francisco de nuevo.

La lluvia fue la culpable. Qué duda cabe que lo mejor que hubiera podido pasar es que la lluvia no hubiera hecho acto de presencia y que la procesión se hubiera celebrado como es tradicional para mayor esplendor de la Santísima Virgen de la Encarnación y Nuestro Padre Jesús Resucitado.Una vez ya en la calle, la lluvia sorprendió a mitad de recorrido la última procesión de nuestra Semana Santa. La Santísima Virgen de la Encarnación consiguió llegar a su templo, pero las puertas de San Francisco estaban abiertas para que el tradicionalmente conocido como «El Palero» se resguardase de la lluvia. Al Resucitado se sumó los estandartes y mayordomos de los Pasos Negro, Morado y Encarnado, que, junto con el Paso Azul, formaron parte de un hecho histórico en nuestra Semana Santa.

De manera improvisada y con la ayuda de todos los presentes se hizo posible acondicionar la Iglesia de San Francisco para la celebración de la Santa Misa de Domingo de Resurrección.

Podríamos decir que este año, de nuevo, la Semana Santa de Lorca ha acabado donde empezó, en la Iglesia de San Francisco.

Salvador Terrones
Salvador Terrones

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