“Aquí estaremos mientras esté el palo de la bandera”

Hace un año, en una abarrotada iglesia de San Francisco, una jovencísima María Albarracín terminaba con esa frase el primer pregón de juventud de la Semana Santa de Lorca. Una frase grabada a fuego generación tras generación en su familia y que a ella le ha enseñado su abuelo Gregorio, flamante Mayordomo de Honor de la Hermandad de Labradores, Paso Azul.

Como suele decirse, “el movimiento se demuestra andando” y en eso a Gregorio Albarracín no hay quien le gane, siendo un ejemplo de esfuerzo, trabajo y sacrificio, pero sobre todo de azulismo, para todos los que le rodean. Nieto, hijo, padre y abuelo de grandes azules, ha sabido inculcar unos valores excepcionales a todos los que le rodean. A sus 62 años ha hecho todo lo imaginable y procesionado incontables veces con el Paso Azul: “empecé siendo un mico haciendo recados, limpiando cascos y armaduras. En aquella época éramos menos y todos teníamos que hacer de todo. En cuanto a la procesión, solo me ha faltado salir de manola… y a caballo. Esa ha sido siempre mi gran ilusión, pero nunca se han dado las condiciones adecuadas”.

Su hábitat natural es la arena de la carrera, donde lleva participando de una forma u otra prácticamente desde que nació, destacando especialmente como mayordomo. La primera vez que tomó responsabilidad a la hora de desfilar fue para acompañar a su hermana, que encarnaba a Flavia Domicia. Desde entonces, hasta ahora. En este sentido destaca la figura de D. Carlos Pinilla, que siempre apostó por él: “siendo Juan Carlos Peñarrubia Presidente, Carlos Pinilla, secretario del Paso en aquel momento dijo en una reunión de la Junta directiva refiriéndose a mí: “a este, aunque no haya, tienes que darle túnica, porque este sí que es mayordomo del Paso Azul”. En ese momento no me podía creer que un azul de ese calibre se refiriera a mí de esa forma”.

También recuerda con especial cariño cuando su hermano Juan Francisco y él estuvieron a punto de desfilar en camella en Semana Santa: “éramos muy pequeños. Íbamos montados en uno de los dos animales que vinieron, y antes de salir la de detrás se comió las magdalenas que llevábamos para merendar”. Finalmente por imprevistos en el desfile no llegaron a salir, pero él lo recuerda como si fuera ayer. También se acuerda del año que se decidió intentar que desde los palcos no le tiraran habas al Nerón. El resultado no fue muy halagüeño.

Hablar con él de la evolución tanto del Paso Azul como de la Semana Santa de Lorca es algo que todos los procesionistas de nuestra ciudad deberían hacer una vez en la vida. Resulta imposible no aprender algo. “Ahora no hay guerra, antes se formaban auténticas batallas campales”.

Entró a formar parte de la Junta Directiva durante la presidencia de Cristóbal Alcolea como vocal, y con la llegada de José Antonio Ruiz a la presidencia se incorporó al Consejo Asesor: “hay que dejar paso a los jóvenes con ilusión y ganas de trabajar. El cargo no es importante”. Especialmente ligado al mundo del caballo, durante muchos años ha recorrido España entera buscando los mejores caballos para el Paso Azul y a su vez recogiendo anécdotas que podrían llenar varios libros.

Pocas personas habrán trabajado tanto por la Hermandad de Labradores como Gregorio Albarracín Martínez que, junto a su padre, D. Domingo Albarracín, se han convertido en la primera pareja padre-hijo en recibir el mayor galardón del que dispone el Paso Azul. Enhorabuena Gregorio y… ¡manivela!

 

“Para mí es como un hermano, siempre ha estado, cuando lo he necesitado y cuando no” – José María Miñarro, Presidente del Paso Azul

“Gregorio tiene algo especial: cuando dice algo, siempre es lo adecuado, lo que hay que hacer para que todo salga bien” – Miguel Comas, Vicepresidente de Carros

“No he tenido la suerte de trabajar a su lado, pero sí con sus hijos, y viendo lo que han aprendido queda claro su valía como azul y como persona” – Alfonso Trapero, Vicepresidente de la Casa del Paso

“Salir con él de mayordomo es un seguro de vida” – Jesús López, Vicepresidente de Mayordomía

 

Artículo extraído del XXVIII  número de la revista AZUL.