Historia

Conjunto con el que la Virgen de los Dolores desfila en la actualidad

Esta vez nos saltamos el orden cronológico seguido hasta ahora para la publicación de números de la Revista AZUL, pues la ocasión lo merece. Con motivo del 75º Aniversario de la llegada a Lorca de la Stma. Virgen de los Dolores os traemos un relato de aquel mismo momento escrito por Miguel Ángel Bastida Gil y publicado en el el número 25 de AZUL. ¡Disfruten!

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1942 - La imagen llega a Lorca y se procede a su bendición
1943 - Primer trono
1944 - Se borda el estandarte Guión y comienza a celebrarse la Serenata
1949 - Trono de los Ángeles
1966 - Comienzan a salir en procesión señoras con mantilla
1969 - Primera reforma del trono de los Ángeles
1971 - Primera escolta de fuera para la Virgen. Actualmente la acompaña el Escuadrón a Caballo de la Guardia Civil
1974 (aprox.) - Segunda reforma del trono de los Ángeles
1981 - Trono de Marmolejo
1984 - El adorno floral del trono comienzan a realizarlo floristas profesionales
1985 - Traslado de las imágenes para la primera restauración de San Francisco
1987 - Vuelta de las imágenes tras la restauración de San Francisco
1992 - Año jubilar por el 50ª Aniversario de la talla
1997 - Coronación canónica
2007 - Trono de plata de Juan Borrero
2011 - Traslado de las imágenes por el terremoto
2012 - Vuelta de las imágenes a San Francisco tras la reconstrucción
Actualidad

Fotografías: Archivo Paso Azul; Azul, un sentimiento; Revista AZUL; La Verdad; Daniel Franco; Jaime Insa; Fco. Javier Martínez; Daniel Navarro.

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Ajuar.

Aunque dentro de unos parámetros muy estrictos y con una gama de colores limitada, el extensísimo ajuar de la Virgen de los Dolores cuenta con piezas de gran calidad que se han ido confeccionando a lo largo del tiempo. Aquí solo trataremos las piezas más reconocibles del mismo.

 

Mantos.
Entre los mantos bordados de la Stma. Virgen de los Dolores podemos distinguir entre mantos de camarín y mantos para salidas, siendo estos últimos de mayores dimensiones. Además, existen otros sin bordado pero de telas de gran calidad que puede llevar para el tiempo en el que se encuentra en su retablo. De los mantos de camarín destacan los dos bordados, ambos sobre terciopelo en color oscuro y con motivos vegetales, como acostumbran las distintas piezas de nuestra Hermandad. Uno de ellos se inspira en el manto negro de mediados del s. XIX, mientras que el otro presenta elementos tales como espigas o anagramas marianos. Por otro lado, entre los mantos que podríamos llamar «de procesión», encontramos dos mantos negros y el manto azul. A continuación vamos a conocer un poco de la historia de estos mantos:

A mediados del s. XIX y costeado por la entonces Camarera de la Virgen, Dª Luisa Álvarez Fajardo, se confeccionó en un taller de Lorca un manto en terciopelo negro, siendo el más antiguo de los que se atesoran actualmente en el ajuar.  Se bordó siguiendo una técnica más propia de Andalucía, el bordado a la carta, y en él predominan los motivos vegetales bordados en oro. En la zona central figura un campo de estrellas cuyo bordado se asemeja más al que se desarrollaría posteriormente en Lorca, es decir, con un menor realce del oro. Vistió a la titular de la Hermandad durante la segunda mitad del s. XIX, y, tras la ejecución del manto azul, en ocasiones tan importantes como la vuelta de la Dolorosa a San Francisco en marzo de 2012.

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Posteriormente, bajo dirección y diseño de D. Francisco Cayuela, se bordó entre noviembre de 1904 y junio de 1905 el manto azul que la Virgen viste en Semana Santa. Fue promovido y costeado por la Camarera de la Virgen, Dª Angelina Parra, y otras devotas de la Dolorosa. Supuso una auténtica revolución en el bordado lorquino que se desarrollaba entonces, pues apostó firmemente por la seda como protagonista indiscutible de la composición. Esta obra dio inicio a la que se ha denominado como «época dorada» del bordado lorquino.

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Constituye una gran alegoría de la Pasión de Cristo, figurando en él motivos alusivos a esta como los instrumentos del martirio de Cristo, la sentencia de Pilatos o la Santa Faz. Estos se inscriben en cartelas y se sitúan sobre la escena principal, donde se representa a un grupo de ángeles junto a la Santa Cruz, uno de los cuales, con las alas extendidas arroja flores sobre el Madero mientras los otros dos lo sujetan. Todo se rodea por una orla de hojas de acanto bordadas en suaves azules. Además, el manto lleva una puntilla de encaje de bolillos de oro realizado en Almagro, Ciudad Real, desde los años ochenta del siglo XX. Alrededor del manto circula una leyenda que cuenta que Cayuela fue internado en un manicomio debido a la locura que le causó imaginar tamaña obra para su Virgen. Aunque difuminada por la tradición popular, la leyenda tiene de cierto que Cayuela estuvo ingresado en un sanatorio y que desde allí dirigió a las bordadoras. Todo esto ha contribuido de una u otra manera a engrandecer el interés que suscita esta obra maestra del bordado.

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El último manto en incorporarse al ajuar de la Virgen se bordó en los talleres del Paso Azul y fue estrenado en 2013. Se trata de un manto bordado en oro sobre terciopelo negro que se adapta a las dimensiones del trono actual y se inspira en el antiguo manto negro. En su parte central figuran, además de las estrellas, dos ángeles flanqueando un anagrama mariano. Su diseño fue obra de D. Joaquín Gimeno Mouliaá y de su dirección se encargó D. Cristóbal Leal Martínez. Es el utilizado para el septenario y los distintos actos solemnes en San Francisco.

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Malla de plata

Trajes.
En la mayoría de los trajes o sayas de la Virgen de los Dolores predomina el color rosa, aunque también existen trajes de color negro. El más antiguo que se conserva pertenecía a la imagen desaparecida en la Guerra Civil, siendo el primero con el que procesionó la talla actual. Es un traje realizado sobre raso de color rosa y aunque carece de bordado, es muy rico debido a la malla de plata que lo cubre. En ella se pueden observar una serie de motivos florales y el anagrama de María. Este traje no cubría la imagen al completo sino que solo tapaba la parte delantera de la misma.

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Motivos vegetales en tonos grises

El primer traje completo que va a tener Nuestra Madre se realiza en la década de los 60 siendo Camarera Dña. Dolores García Artero. El género en el que se realizó es regalado por Teresa Castellar y el diseño del mismo estuvo a cargo de Joaquín Castellar Gallego. El traje, también de color rosa, está bordado con motivos vegetales en tonos grises que presentan gran verticalidad. Al mismo tiempo se realizó un cojín a juego con el traje.

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Oro, sedas y pedrería

El Viernes de Dolores de 1987 se estrenaría un nuevo traje realizado en raso de color rosa y bordado en oro con algunos motivos en sedas y pedrería. El bordado se compone de una serie de motivos vegetales inspirados en el Manto Negro de 1856. Este traje fue costeado por la Asociación de Ntra. Sra. de los Dolores y mayordomos azules. La pieza se realiza en el domicilio de la Camarera de la Virgen, Doña Dolores García Artero, y es dirigido por Joaquín Gimeno Mouliaá, invirtiéndose en él más de dos mil horas de trabajo.

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Coronación Canónica

El 15 de Septiembre de 1997, día de la Coronación Canónica de la Reina del cielo, se estrena un traje realizado especialmente para la ocasión. Diseñado y dirigido por Joaquín Gimeno Mouliaá y costeado por D. Juan José García Mínguez, el traje se realiza en raso rosa y se borda en sedas matizadas de distintos colores. En él se representan diferentes motivos vegetales.

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Reflejo

El último de los trajes que conforma el ajuar de la Doloricas es el que estrenó el Viernes de Dolores de 2011. Este traje está realizando sobre raso color rosa y bordado simulando un damasco en sedas color marfil. Fue diseñado por D. Joaquín Gimeno Mouliaá inspirándose en el traje que porta la Virgen en el estandarte del Reflejo. Con esta obra se perseguía ver a la Dolorosa de Capuz vestida según Cayuela, es decir, con este traje y el manto Azul. Actualmente procesiona con él.

La Virgen también posee un traje de terciopelo negro liso y otro de terciopelo negro y encaje de paño color marfil. Este último es el que viste durante el periodo de Verano, ya que permite mejor la «respiración de la madera» y tras la restauración de la talla fue recomendado por los propios restauradores.

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Negro liso

Coronas.
Tras la Guerra Civil y debido a que la antigua corona de la Virgen de los Dolores había desaparecido, la Junta Directiva de la Hermandad se ve obligada a encargar una nueva aureola de las mismas características que la desaparecida. En el año 1941 y tras encargarle la nueva talla a Capuz, se le piden las medidas de la talla y la proporción que debiera tener la corona. Capuz responde a la Hermandad que la aureola ha de tener una circunferencia de 37 centímetros. Tras obtener las medidas, Joaquín Gimeno Castellar se dirigió a un taller de orfebrería de la ciudad de Murcia donde encarga la corona. Esta se compone por una aureola de torta de plata labrada. En su interior se encuentra el Anagrama de María, a este lo envuelven una serie de ráfagas en donde se pueden observar diferentes cartelas con los atributos de la pasión de Cristo. Finalmente y siguiendo el Evangelio de San Juan la rodean doce estrellas. Nuestra madre estrenaría la corona el 26 de marzo de 1942 siendo este el día de la llegada de la nueva talla a Lorca.

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En el año 1965 acude al taller del orfebre murciano Vicente Segura una comitiva de azules, con D. José María Gimeno a la cabeza, con el fin de encargarle una nueva diadema para la Dolorosa. Esta se realizará durante el año 1966 y será costeada por diferentes donaciones de azules además de pagarle en especie con 3 kg. de plata. La corona está realizada en plata y bañada en oro de ley. Podemos destacar de esta diadema el Anagrama de María coronado por dos ángeles que se encuentra en la parte frontal. Tiene una estructura semicírcular y simétrica. Se compone de una serie de ráfagas de santidad y de motivos de ornamentación barroca que irradian desde la cabeza de la Virgen. Las ráfagas se coronan con 11 estrellas que contienen un brillante cada una de ellas. Cabe destacar que las estrellas se unen a las ráfagas con unos alambres, esto hace que las estrellas tengan movimiento propio en el caminar de la Virgen.

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El 15 de septiembre de 1997, festividad de los Dolores Gloriosos se celebró en la iglesia de San Francisco la Coronación Canónica de la Virgen de los Dolores. Este día se le impuso la corona realizada por Fernando Marmolejo. Está compuesta por una corona o diadema propiamente dicha que presenta los símbolos de la Pasión con el escudo de la Ciudad en el centro y, por otra parte, por un halo realizado en plata dorada con diamantes y zafiros en el que figura el emblema de la Hermandad y, sobre él, un anagrama mariano superado por una paloma flanqueada por ángeles en representación del Espíritu Santo. En este halo se observan haces de rayos alternados con estrellas que suman doce, siguiendo la descripción que se hace de la Virgen en el Apocalipsis: “… una Mujer vestida de sol… ciñendo su frente una corona de doce estrellas”.

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La aureola más antigua con la que cuenta el ajuar de la Virgen de los Dolores data de finales del siglo XVII y fue realizada por el lorquino Vicente Albarracín. Se trata de una pieza en plata sobredorada y en su color que se adorna con ornamentación afín al estilo de la época, predominando en ella elementos como las rocallas. Presenta los instrumentos de la Pasión encerrados en cartelas, superadas por estrellas, y, alternas a estas, haces de rayos también rematados en estrellas de doce puntas. Es la aureola que luce la talla antigua en el estandarte del Reflejo, creyéndose perdida en la guerra civil hasta que en 2002, gracias a las pruebas documentales y gráficas aportadas, se demostró que se conservaba en una iglesia de Murcia. Fue devuelta a la Hermandad de Labradores y es la que actualmente nimba a la Dolorosa cuando está se encuentra en su camarín.

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Plata labrada

Puñales.
Al igual que sucedió con la corona, tras la desaparición del puñal de la Virgen de los Dolores de Manuel Martínez, la Junta Directiva del Paso Azul realiza un nuevo puñal. Este sería encargado por D. Joaquín Gimeno Castellar al susodicho taller de orfebrería de la ciudad de Murcia. El puñal está realizado en plata labrada con ornamentación barroca y motivos vegetales. Si bien es de pequeño formato, no podemos pasar por alto la gran calidad de esta pieza. Cabe destacar que es el puñal que porta la Virgen durante todo el año en su camarín, estrenándolo el mismo día de su llegada.

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Oro

En el año 1965 se encargaría un nuevo puñal a juego con la nueva diadema realizado en Murcia por el orfebre Vicente Segura. Esta espada fue encargada también por D. José María Gimeno Mouliaá y se realizaría en plata bañada en oro de ley. Este puñal tiene una hoja fina y esbelta que se introduce delicadamente en el pecho de la talla. En la empuñadura destacan los motivos vegetales y ornamentación barroca del mismo tipo que la que aparece en la diadema. Es el puñal que suele tener la Virgen durante la septena en su honor.

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«De las monedas»

En el año 1973 la Virgen de los Dolores recibirá un puñal donado por un devoto que había hecho una promesa que la Virgen le concedió. Este puñal es conocido como «el de las monedas» ya que está compuesto por 7 medallas de oro en las que se representan diferentes advocaciones de la Virgen y el Sagrado Corazón de Jesús. El conjunto está engarzado en una cruz de plata que sirve como empuñadura. En los brazos de la cruz destacan tres brillantes de color aguamarina de gran tamaño y un anillo de gran valor engarzado en la parte inferior.

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Coronación Canónica

El anteriormente citado día de la Coronación Canónica se le puso a la Virgen el puñal realizado para la ocasión, también obra de Marmolejo y que sigue el estilo de la corona, siendo realizado en oro, turquesas y perlas.

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Oro blanco, amarillo y pedrería

Por último, en 2003, se regaló a la Virgen un nuevo puñal, encargado a una joyería murciana. Realizado en oro blanco y amarillo y pedrería, se configura a modo de cruz, figurando en el centro una flor que puede ser retirada, permitiendo dos vistas distintas de la misma pieza. Actualmente es el puñal con el que la Virgen desfila por carrera.

Conjunto con el que la Virgen de los Dolores desfila en la actualidad
Conjunto con el que la Virgen de los Dolores desfila en la actualidad (a excepción el puñal)

Texto: Antonio Mariano Hernández; Adrián Páez. Edición: Daniel Navarro; Documentación: Archivo Paso Azul; GuiAzul; Revista AZUL; Apuntes para una historia del Paso Azul; Azul un sentimiento. Fotografías: Archivo Paso Azul; Fco. Javier Martínez; Marian Martínez; Daniel Navarro.

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Terremoto.

El 11 de Mayo de 2011 dos fuertes terremotos provocaron enormes daños en la ciudad de Lorca. Los edificios históricos no fueron una excepción y el templo de San Francisco se vio gravemente afectado. Escasos minutos después, con el fin de salvaguardar el patrimonio de la Hermandad de Labradores, varios azules entraron en la iglesia y llevaron hasta el exterior las sagradas imágenes. Una vez fuera del templo y ante el temor de que se produjesen réplicas, se decidió trasladarlas a casas de particulares relacionados con el Paso Azul.

En los días posteriores y tras ver el buen estado que presentaba la casa de las Cariátides, se decidió llevar allí las tallas. En una de las estancias y sobre un improvisado altar se ubicó a la Stma. Virgen de los Dolores con el fin de que todos los lorquinos pudiesen comprobar que la venerada imagen se encontraba en buen estado y pudiese ser objeto de rezos y ruegos en tan difíciles momentos.

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Permanecería en esta emblemática casa de la calle Nogalte, propiedad de la Hermandad, hasta que concluyesen las obras de rehabilitación del templo de San Francisco.

Los enseres y el ajuar de la Stma. Virgen de los Dolores también se pusieron a salvo en casas de particulares, mientras que el trono labrado en plata se trasladó a la nave de la Hermandad de Labradores. El 18 de marzo de 2012 la Stma. Virgen de los Dolores regresó a la iglesia de San Francisco en un trono prestado por la Hermandad de la Curia, acompañada de todos sus portapasos y de miles de azules que se dieron cita para presenciar el histórico momento.

Estandarte.

Javi Martínez 2-2-2Ideado por el inmortal Francisco Cayuela en los primeros años del siglo pasado, el estandarte que precede a la Stma. Virgen de los Dolores en sus salidas procesionales es el paño conocido como «el Reflejo«. La imagen central del mismo reproduce fielmente a la Virgen de los Dolores tallada por Manuel Martínez desaparecida en 1936. Destaca además por ser el primer estandarte del mundo en el que se borda la imagen de la Virgen en sedas matizadas, conformando una obra de gran mérito e incalculable valor.

Reconocido en 2005 como Bien de Interés Cultural, fue restaurado en 2004 bajo la dirección de Joaquín Gimeno Mouliaá. Más información sobre este espectacular estandarte aquí.

Este paño recibe desde 2014 –año de su centenario– escolta de un tercio de nazarenos diseñados por Joaquín Bastida e inspirados en la cenefa del estandarte.

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Nazarenos.

A su paso por carrera la Virgen de los Dolores es acompañada por dos tercios diferentes de nazarenos. Por un lado encontramos los Nazarenos de la Virgen, que la preceden, y por otro los Nazarenos de los Siete Dolores, que siguen de cerca el camino del trono.

Nazarenos de la Virgen: realizados en el año 2000 bajo la dirección de José López Gimeno (sedas) y Joaquín Gimeno Mouliáa (oro), este grupo recupera la técnica de bordado utilizada durante la época clásica del bordado lorquino. El capuz, de terciopelo azul marino, concentra la mayor parte de los bordados en punto de oro y plata con calado desde el pecho hacia abajo. Son un total de doce.

Representan en su parte anterior escenas de la vida de la Virgen y en la posterior momentos de la Pasión de Jesucristo. Estas escenas fueron extraídas de cuadros ideados por pintores barrocos de la talla de Ribera, el Greco o Velázquez. El Paso Azul ponía a los pies de la Stma. Virgen de los Dolores algunas de las obras cumbre del Siglo de Oro español.

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Nazarenos de los Siete Dolores: obra de Joaquín Ruiz Guzmán y estrenados en 1987, estos siete nazarenos escoltan a la Virgen de los Dolores en su paso por la carrera. Los medallones de seda representan los Siete Dolores de la Virgen, siendo únicos en la Semana Santa lorquina por su modo de desfilar al caminar todos en línea y a la vez, manteniendo el paso y el ritmo.

Todo el conjunto va bordado en sedas y oro, figurando en la parte inferior de las túnicas diversos motivos en oro y, en la parte delantera, el corazón y el anagrama mariano. En la parte anterior del capuz encontramos el corazón y siete puñales que lo rodean, símbolo de la primitiva Hermandad de Labradores. En la espalda vemos escenas en seda con motivos alusivos a los respectivos dolores. Estos motivos en seda emplean un bordado muy plano, casi sin matizar, respondiendo a una estética de corte románico.

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Procesión de Viernes de Dolores.

Cada Viernes de Dolores, día de su Onomástica, la titular del Paso Azul desfila por las calles de Lorca de forma esplendorosa. Este día, el Paso Azul honra a su Virgen poniendo en escena una procesión enteramente religiosa, dedicando por completo el cortejo a Ella. Cientos de mujeres azules ataviadas con la tradicional mantilla española acompañan a la Dolorosa durante todo el trayecto y a la escolta de la imagen se suma el Escuadrón a Caballo de la Guardia Civil, considerado en nuestro país como el cuerpo de mayor rango a nivel protocolario.

Procesión de Viernes Santo.

El último desfile por la carrera de cada Semana Santa. Una apoteosis de luz, sonido y color a la que la Hermandad de Labradores pone cada año el broche de oro con la Reina del cielo. El cortejo de la Santísima Virgen de los dolores en la procesión de Viernes Santo comienza con el estandarte del Reflejo y sus nazarenos seguidos del tercio de nazarenos de la Virgen. Tras ellos, Nuestra Madre. Inmediatamente después del trono los nazarenos de los Siete Dolores, la A.M. Mater Dolorosa, la bandera de protocolo y el Presidente de la Hermandad junto con los mayordomos que han tomado parte en la procesión. Por último, la Caballería de escolta de la Virgen.


Texto: Antonio Mariano Hernández; Miriam Lorente; Juan Bautista Mateos; Daniel Navarro; Adrián Páez. Documentación: Archivo Paso Azul; Revista AZUL; GuiAzul; Perspectivas de la Semana Santa de Lorca; Apuntes Azules: Una visión diferente del Paso Azul; Apuntes para una historia del Paso Azul. Fotografías: Daniel Franco, Bartolomé García, Jaime Insa, Fco. Javier Martínez, La Verdad.

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En marzo de 1942, una reducida comitiva de la Junta Directiva de la Hermandad de Labradores, Paso Azul se dirige a Madrid para hacerse cargo de traer la nueva imagen a Lorca. Debido a la problemática de seguridad que suponía facturar la talla en el ferrocarril, y gracias a la colaboración del entonces Ministro de Educación Nacional, D. José Ibañez Martín, se consigue transportarla en el mismo departamento en el que los azules viajaban desde la estación de Atocha hasta Murcia. Su llegada a Lorca se produjo la noche del 26 de marzo en un automóvil.

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Imagen de la talla la noche de su llegada

La nueva imagen estuvo expuesta esa noche en casa de D. Joaquín Gimeno Castellar y Dña. Concepción Mouliaá, camarera de la Virgen. Se vistió a la Madre Azul con el manto negro de mediados del siglo XIX y uno de los trajes del ajuar, también de terciopelo negro. En ese primer momento los azules, ansiosos por ver a la Virgen, acudieron al domicilio a dar su particular bienvenida a la Dolorosa.

Al día siguiente, Viernes de Dolores, se celebró la bendición de la Virgen, que entre un gentío de azules por fin se encontraba en su casa, la iglesia de San Francisco, sobre un altar preparado para la ocasión y adornado con flores de almendro, como si a Lorca le hubiera llegado una primavera revestida de azul. Lucía el espléndido manto de Cayuela y el traje de malla de plata, el más antiguo de cuantos se conservan. Asimismo, llevaba una aureola de plata con los instrumentos de la Pasión, realizada a medida con anterioridad gracias a las indicaciones de Capuz y un pequeño puñal, también de plata.

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Esa tarde se subió a la Virgen a su trono, el mismo que en los sucesivos años desfilaría por la calles de Lorca. Dicha peana llevaba en el frontal el paño del Ángel Velado, San Juan y María Magdalena en los laterales, incorporando más tarde el nuevo palio, obra de Emiliano Rojo. De esta forma la Dolorosa desfilaría esplendorosa durante muchos años cada Viernes de Dolores, día de su Santo. Al día siguiente, Sábado de Pasión, se celebró la tradicional Salve, acto de gran tradición en el seno de la Hermandad y que se sigue llevando a cabo en la actualidad.

Nota llegada


Texto: Antonio Mariano Hernández; Adrián Páez. Edición: Daniel Navarro; Documentación: Archivo Paso Azul; GuiAzul; Perspectivas de la Semana Santa de Lorca; Apuntes para una historia del Paso Azul. Fotografías: Archivo Paso Azul.

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Santísima Virgen de los Dolores.

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La Virgen de los Dolores ideada por el maestro José Capuz para el Paso Azul se encuentra arrodillada sobre una piedra del Calvario, de ahí su pequeño tamaño. Desconsolada al pie de la Cruz tras la muerte de Cristo, –concretamente entre el sexto y el séptimo dolor, es decir: esperando el entierro de su hijo mientras lo contempla yacente frente a ella– muestra una mirada serena, con un dolor contenido «sin llanto pero con congoja, que es la única dignidad del dolor», en palabras de José María Castillo Navarro.

Es una obra de talla completa a diferencia de la imagen desaparecida durante la Guerra Civil. La Virgen lleva un traje en tonalidades marrones, cubre su cabeza con una cofia, que se puede ver bajo la puntilla del manto, y calza sandalias al estilo de la Judea del siglo I, lo que demuestra la exhaustividad del autor a la hora de documentarse para el trabajo. Su rostro es sereno, de un dolor idealizado y espiritual, y presenta unas suaves facciones, con nariz recta, labios finos y tersas mejillas. Lleva las manos encogidas sobre el pecho, que está atravesado por una espada de dolor, cumpliéndose así la profecía del anciano Simeón formulada en la presentación del Niño en el templo: el primer dolor de la Virgen. «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción —¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!— a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».

Rompe la tradición murciana de las Dolorosas salzillezcas que miran al cielo, modelo seguido por escultores como José Sánchez Lozano, siendo una imagen única, que mira a sus hijos azules con infinita ternura.

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Evolución de los tronos.

IMG_5028-2Tras la llegada de la obra de Capuz, en 1943 se estrena un nuevo trono de madera tallada y dorada, de sencilla decoración y realizado en Murcia, que se conformaba a la manera del trono anterior a la Guerra Civil, es decir, con los faldones que hiciera Cayuela, delante una cruz con el sudario, llevando en el frente el paño del Ángel Velado y en los laterales los de la Magdalena y San Juan. Incorporaba seis varales para el palio y, delante de la imagen, los candelabros. Este trono, de estética neobarroca, fue adaptado posteriormente para la imagen de María Magdalena que realizara el tallista valenciano Vicente Benedito en 1949.

IMG_5031-2En un proyecto de mayor ambición, en 1949 se hizo el trono de ángeles, llamado así por llevar talladas en madera en los lados ocho de estas figuras, de considerable tamaño. Fue realizado por Vicente Benedito, y se componía de una amplia estructura de madera que servía de base a un cuerpo de menor tamaño sobre el que iba la imagen. Se cree que el propio Capuz inspiró partes del diseño, pues durante el proceso de negociación para la realización de la imagen de la dolorosa, la directiva azul le pidió que bocetase un trono. Años más tarde, cuando se realizó el encargo a Benedito, hay constancia de que se le entregó un ‘croquis’ CCI11032017-2por parte de la Hermandad de Labradores. Además, los susodichos ángeles guardan gran parecido con los presentes en los tronos diseñados por José Capuz para el Yacente de Cartagena y para el Catafalco del Santo Sepulcro de Málaga.

Este mismo trono se reformó de manera profunda en 1969 por parte del afamado Francisco Palma Burgos, afincado en Úbeda y de gran fama en el panorama cofrade de la provincia de Málaga Se ampliaron en gran medida los elementos decorativos, se le dio la vuelta a la plataforma y se modificó la Segunda modificaciónestructura del palio.

Más tarde, durante la década de los 70 y a instancias de Castillo Navarro, a este mismo trono se le elimina la plataforma. Además, se realiza un nuevo palio en un taller de Lucena, esta vez de 10 varales y se sustituyen los candelabros por unos «de Cola», también manufacturados en la localidad cordobesa.

En 1981 se estrenaría otro labrado en bronce y dorado, (aunque se mantendrían los varales del palio y los candelabros del anterior). Una obra de gran clasicismo realizada por el orfebre sevillano Fernando Marmolejo Camargo, considerado como el mejor escultor hispalense del siglo XX y que más tarde se encargaría de confeccionar la corona y el puñal usados durante la Coronación Canónica de Nuestra Madre.

El actual, de andas, es del orfebre sevillano Juan Borrero y fue estrenado en la Semana Santa de 2007.

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Trono actual.

Tanto el boceto como el trono fueron realizados por el orfebre sevillano Juan Borrero, que ya había trabajado para la cofradía realizando la corona y las potencias del Cristo de la Coronación y los elementos en plata del
2016-2 copiatrono del Cristo Yacente, siendo necesarios dos años de trabajo y más de 250 Kg. de plata de primera ley para completar esta magnífica obra.
Se trata de una canastilla profusamente labrada, calada con un dibujo barroco realizado a mano. La componen diversos motivos florales y vegetales, fuentes, vellocinos, capillas, pequeñas columnas con sus capiteles, y escenas de la vida de la Virgen y el Redentor.

medallón trono virgenEn este caso se escogieron los momentos amables de la vida de María –Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, la Visitación, la Anunciación…– más que los propios relacionados con la pasión de Su Hijo. En los contrafuertes aparecen alegorías de las letanías de la Virgen, y en la parte principal de la canastilla figura la escena de la profecía de Simeón mencionada anteriormente. Este es el primero de los siete dolores de la Virgen, por eso dos ángeles de marfil que sostienen una espada presiden la escena.

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Los basamentos de los diez  varales están formados por capillas con tallas del colegio apostólico, San Francisco y San Isidro Labrador, en alusión al carácter labrador de nuestra Hermandad. La peana en la que se sitúa Nuestra Madre está ricamente labrada con querubines y ángeles llorones en los ángulos, y los emblemas de nuestra Hermandad. Por otro lado, los candelabros, configurados a modo de copas de los que salen ramas bellamente cinceladas, están coronados por siete tulipas isabelinas realizadas en la Real Fábrica de Cristal de la Granja y albergan velones de cera que aportan una luz tenue. Cabe destacar que las tulipas tienen el mismo diseño que las presentes en el trono anterior a la Guerra Civil, pues aún se conservaban algunas y se pudo reproducir el diseño.

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En cuanto a bordados, en el trono destacan los paños de San Juan y la Magadalena de Cayuela dispuestos en los laterales, el palio con las estaciones del Vía Crucis diseñado por Emiliano Rojo, un cojín realizado en terciopelo granate bordado con motivos en oro y pequeños detalles de seda y un paño bordado como frontal en el que figuran el anagrama de María y distintos motivos vegetales, ambos dirigidos por Joaquín Gimeno Mouliaá.

El adorno floral durante los actos de Septena se compone de orquídeas, mientras que durante Semana Santa está compuesto de rosas de delicado color rosa.

Portapasos.

17192034_1294952517238384_2367959199696102564_oLa imagen es portada a hombros por 92 mayordomos portapasos ataviados con túnicas en las tonalidades del azul del manto de Cayuela y con el cíngulo franciscano (3 nudos), que a ritmo sereno y constante mecen con extrema ternura a la Stma. Virgen de los Dolores en su desfile por la carrera.

Para financiar la compra del trono, los mayordomos azules que así lo desearon efectuaron donaciones, adquiriendo de esta manera orden de preferencia para desfilar en el mismo.

Se realizan todos los años numerosos ensayos en los que los portapasos se preparan para las procesiones de Viernes de Dolores y Viernes Santo. Cada uno de ellos soporta aproximadamente 18 kilogramos sobre uno de sus hombros, sin cambiar este durante todo el recorrido y sin relevo de portapasos. Unos 1700 kilos pesa el trono de la Stma. Virgen de los Dolores en sus salidas procesionales, cuyo recorrido ronda los 1.600 metros el Viernes de Dolores y los 2.500 el Viernes Santo.

El 30 de marzo de 2007 salió a las calles de Lorca por primera vez la Virgen de los Dolores de Capuz acompañada de sus portapasos un Viernes de Dolores.  Desde entonces, ellos son los encargados de lucir de manera espectacular a la titular del Paso Azul.

A diferencia de los otros dos tronos, el de la Virgen no cuenta con Hermano Mayor, estando el capataz del mismo bajo la autoridad del presidente. Desde el año del estreno, Fernando de San Mateo Navarro ha sido el encargado de desempeñar esta función de forma magistral.

Acompañamiento musical.

La Agrupación Musical Mater Dolorosa es la encargada de acompañar a la Stma. Virgen de los Dolores durante sus salidas procesionales. Ataviados con trajes militares de gala de la época de Alfonso XIII, se encargan de marcar el ritmo a los portapasos y de crear un ambiente de amor y recogimiento al son de su música, que anuncia la llegada de la Madre Azul.

Entre las composiciones musicales que interpretan en procesión destaca la adaptación del Himno de la Stma. Virgen de los Dolores, compuesto a mediados del siglo pasado y que constituye una de las señas de identidad tanto de la Hermandad de Labradores en sí como de todos los actos relacionados con la titular de la cofradía.


Texto: Antonio Mariano Hernández; Miriam Lorente; Daniel Navarro; Adrián Páez. Documentación: Archivo Paso Azul; Revista AZUL; GuiAzul; La Verdad; Perspectivas de la Semana Santa de Lorca; Apuntes Azules: Una visión diferente del Paso Azul; Apuntes para una historia del Paso Azul. Fotografías: Archivo Paso Azul, Fco. Javier Martínez García, Alejo Molina.

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                                                        Antecedentes.

Al surgir como adyutriz (colaboradora) de la archicofradía de la Vera Cruz y Sangre de Cristo, la primitiva Hermandad de Labradores nacería para, entre otras tareas, promover el culto a la Virgen de los Dolores. Se conoce que, al menos desde finales del s. XVII, existía una imagen de la citada advocación, ya que, al realizar los retablos de la Vera Cruz y Sangre de Cristo y el que originalmente se dedica a la Virgen de las Angustias (perteneciente en la actualidad a la Virgen de los Dolores), en este último se colocó una imagen de «María Santísima de los Dolores». Es en este retablo en el que encontramos el emblema de la antigua Hermandad de Labradores: el corazón atravesado por siete puñales en alusión a los Siete Dolores de la Virgen.

Dolorosa de Manuel Martínez
Dolorosa de Manuel Martínez

En 1806 se realiza una nueva talla, obra del lorquino Manuel Martínez. Esta imagen era de vestir, es decir, se componía únicamente de cara y manos, unidos por una estructura llamada devanadera. Es la que aparece retratada por Francisco Cayuela en el estandarte del Reflejo, y a la que se destinaron obras como el manto negro de mediados del s. XIX o el manto azul. La Virgen, de gran expresividad, miraba hacia abajo con gesto de dolor y era de mayor tamaño que la actual.

                               El origen, 1941

Tras la desaparición en agosto de 1936 de la imagen de Manuel Martínez se llevaron a cabo muchos intentos de búsqueda, alimentados por la esperanza de encontrar la talla que sugería la historia de Juan Chuecos, el entonces sacristán de la iglesia. Se creía que podría haber salvado a la Virgen de la quema y destrucción que sufrió una gran parte del patrimonio artístico lorquino durante el caos de los primeros meses de la contienda fratricida. La leyenda decía que el susodicho Juan Chuecos había guardado la imagen en una caja (cara y manos) y la había escondido en algún lugar del templo. Al morir, se dice que repetía constantemente: «a la Dolorosa no le pasará nada. Los que la guardan nunca dirán dónde se encuentra. Ellos guardarán el secreto».

Una de las primeras imágenes de la obra de Capuz
Una de las primeras imágenes de la obra de Capuz

Dada por perdida la Virgen, la Junta Directiva encabezada por D. Marcos Cayuela decide no volver a salir en procesión hasta que una nueva imagen presida la Hermandad. Mediante suscripción popular para que todos los azules pudieran colaborar en la causa, se consigue recoger una cierta cantidad de dinero, lo que permitía realizar el encargo a un escultor “de reconocida solvencia artística”, según relata D. Joaquín Gimeno Castellar.

Tras contemplar las distintas opciones que se plantearon, se contacta en un primer momento con el afamado escultor D. Mariano Benlliure. Debido a otros proyectos y a su avanzada edad, rechaza la oferta, poniendo en contacto a la Hermandad con otro artista: D. José Capuz Mamano. Tras analizar la trayectoria de Capuz, finalmente se decide encargarle la imagen. Desde el primer momento el escultor explicó que realizaría una imagen de talla completa, ya que no esculpía imágenes de vestir. No obstante, se pidió que la nueva Virgen pudiera portar el ajuar del que se disponía, así, a pesar de ser de talla completa, tiene los brazos articulados para poderla vestir.

Contrato Capuz
Contrato entre Capuz y el Paso Azul (pincha en la imagen para ampliarla)
José Capuz Mamano.
Capuz trabajando en su taller
Capuz trabajando en su taller

La preciosa imagen de la Stma. Virgen de los Dolores fue esculpida por el valenciano José Capuz Mamano.

De formación clásica,  poco a poco fue puliendo su técnica hasta encontrar el camino que le permitiría alcanzar la fama a nivel nacional e internacional. Su escultura se caracteriza por la falta de adornos y ornamentaciones, centrándose en la luz y el volumen, que según él conforman el verdadero espíritu de la escultura.

Entre sus obras confesionales más famosas podemos encontrar la ‘Virgen de la Asunción’, realizada para Elche, donde es la patrona y protagoniza el Misteri; un ‘Jesús Nazareno’ para la cofradía Marraja de Cartagena, donde es la imagen titular; y un ‘Cristo Crucificado’ para la Escuela Superior del Ejército de Madrid.

Juan Borrero, maestro de la plata.

Juan Borrero Campos fue quien ideó el actual trono de la Stma. Virgen de los Dolores. Nacido en Sevilla en 1940, es un afamado orfebre de la capital hispalense. Aprendió su oficio en la escuela de orfebrería del Colegio Reina Victoria, empezando a trabajar con solo 14 años de edad. En el año 1975, junto con Francisco Fernández, abre taller propio con el nombre de Orfebrería Triana. Juan Borrero pertenece, además, a la célebre dinastía de capataces sevillanos de los Borrero.

Entre su extensa producción se incluyen pasos procesionales, altares y coronas y potencias para imágenes religiosas; además de toda una variedad de elementos cofrades tales como varales, ciriales, llamadores, faroles, custodias o faroles de pasos procesionales. Merecen una mención especial algunas piezas de importantísimo valor como: el Sagrario de la Basílica del Gran Poder de Sevilla; la carreta del simpecado de la Hermandad del Rocío de la Macarena; y las tres coronas de oro que sirvieron para las coronaciones canónicas de la Esperanza de Triana, la Estrella y la Virgen de la O.

Iconografía.
Virgen de los Dolores, Murillo
Virgen de los Dolores, Murillo

La iconografía de la Virgen de los Dolores o Dolorosa no figura en los evangelios, es una creación que surge al final de la Edad Media, representándose un episodio siempre posterior a la muerte de Cristo, ya sea con su Hijo en la cruz, después del Descendimiento o con el dolor que sufre una madre en la soledad.

Invocada en latín como Maria Virgo Perdolens o Mater Dolorosa, es una de los numerosas variaciones a través de las que la Iglesia Católica venera a la Virgen María. La advocación (Dolores) destaca el sentimiento de dolor de la madre ante el sufrimiento de su hijo. En este sentido, los «siete dolores» hacen referencia a los siete episodios de la vida de Jesucristo relatados por los evangelios que hicieron sufrir a María, quien acompañaba a su hijo en su misión de Redentor.


Texto: Antonio Mariano Hernández; Miriam Lorente; Daniel Navarro; Adrián Páez. Documentación: Archivo Paso Azul; Revista AZUL; GuiAzul; Museo del Prado; Perspectivas de la Semana Santa de Lorca; Apuntes Azules: Una visión diferente del Paso Azul; Apuntes para una historia del Paso Azul. Fotografías: Archivo Paso Azul.

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El jueves 26 de marzo de 1942 llegaba a la Ciudad del Sol la nueva talla de la Virgen de los Dolores realizada por José Capuz, una obra de arte que hoy día nos sigue emocionando. Es más que probable que en aquellas fechas ese fuera el tema principal en las conversaciones de los lorquinos, pero no hemos de olvidar que fuera del particular universo conformado por Lorca y su Semana Santa el mundo no se detuvo. Por ello, en el Blog Oficial del Paso Azul nos hemos puesto manos a la obra para intentar poner en contexto la mencionada llegada, de la que dentro de poco se cumplirán 75 años.

Titular ABC 26 de marzo
Diario «ABC» del 26 de marzo de 1942.

A nivel internacional, en marzo del susodicho año la Segunda Guerra Mundial se encuentra en una de sus fases más crudas, alcanzando la Alemania Nazi su máxima extensión. En el frente soviético-alemán continuaban los combates encarnizados y ninguna de las partes estaba dispuesta a rendirse. Mientras, los japoneses prosiguen su ofensiva contra los Aliados. Ese mismo día en Polonia comienzan las deportaciones de judíos al campo de concentración de Auschwitz.

Captura
Diario «ABC» del 26 de marzo de 1942.

En España aún son muy notables los efectos de la Guerra Civil finalizada pocos años atrás. El régimen franquista intenta devolver la normalidad a la nación entre cartillas de racionamiento y pobreza generalizada. Además, se continúa con la política de «no intervención» en la contienda mundial que asola gran parte del planeta. Durante esa jornada el nuevo Primado del Papa llegó a nuestro país desde el Vaticano.

Fragamento Línea Nacional Sindicalista
Diario «Línea Nacional Sindicalista» de Murcia del 26 de marzo de 1942.

En definitiva, la llegada de la Virgen de los Dolores supuso para Lorca un rayo de esperanza en un mundo sumido en la oscuridad, una promesa de que algo mejor estaba por llegar. ¡Por cierto!, en 1942 el Viernes de Dolores se celebró el 27 de marzo, seguro que no fue casualidad…

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Daniel Navarro Gómez

Con el paso de los años, la Serenata se ha convertido en una de las celebraciones más importantes dentro del Paso Azul y de la ciudad de Lorca en general. Por ello en el Blog Oficial del Paso Azul hemos querido hacer un breve repaso a la historia de esta original y emotiva celebración. El motivo por el cual se comienza con esta tradición es muy sencillo: felicitar a la Madre Azul en el mismo momento en que comienza el día de su onomástica, es decir, las 00:00 del Viernes de Dolores. No obstante, existe cierta confusión en cuanto a la fecha de origen de esta manifestación.

En este sentido, se cree que el año de inicio de esta hermosa tradición fue 1944, sin embargo,  hasta la década de los 50 no existen pruebas fehacientes de su celebración. En esta época la Banda Municipal acudía a San Francisco a tocar las caretas mientras los azules vitoreaban a su titular. Es en esas fechas en que, debido a problemas económicos, no se celebran procesiones en la ciudad y la mencionada banda deja de acudir a la cita. En este momento D. Andrés «Lamadre», quien fuera conserje del Paso, congrega a un grupo de jóvenes y crea una rondalla que, al son de guitarras y laúdes, suple de manera excepcional a la mencionada banda. A los pocos minutos de concierto las puertas del templo se abrían y el gentío llenaba la iglesia de San Francisco en una explosión de alegría y regocijo por ver a la «Doloricas».

Al poco tiempo se produce un gran cambio, pues se decide que la puerta del templo permanecerá cerrada y desaparece la rondalla, aunque el pueblo azul sigue acudiendo fiel a su cita. Más adelante, a finales de los años 80, bajo la presidencia de D. Juan Carlos Peñarrubia, se decide volver a abrir las puertas y además, que la Virgen salga a recibir el cariño de sus azules al son de «Las Caretas» interpretadas por la Banda Municipal. Esta decisión se mantiene hasta nuestros días.

Además cabe destacar que en los últimos años la A.M. Mater Dolorosa y la Banda Romana realizan un pequeño pasacalles antes del acto y, tras la recogida de la Virgen en el Templo, tiene lugar una marcha en la que de nuevo participan las bandas del Paso, las banderas, los directivos y el pueblo azul, que se dirigen a depositar las banderas en los domicilios de destacados azules en que lucirán el Viernes de Dolores hasta el momento de su recogida previa al inicio de la procesión.

En definitiva, una noche alegre y bulliciosa en la que de una manera u otra los azules acuden a ver a su Virgen, que los recibe con sus mejores galas y atuendos para celebrar juntos la llegada de una nueva Semana Santa que, como no podría ser de otra manera, llega ataviada de azul.

Daniel Navarro Gómez

Bibliografía:

GIMENO CASTELLAR, Joaquín.: «Apuntes para una historia del Paso Azul 1961-1967», Paso Azul (2003).

– PÉREZ SERRAHIMA, Pascual.: «Apuntes Azules. Una visión diferente del Paso Azul», Paso Azul (2016).

Nº 21 de la revista «AZUL» (2011).

Alzado exterior e interior de la Iglesia de San Francisco.

En esta publicación analizaremos las figuras de Juan Rodríguez y Juan Garzón y cómo intervinieron en el desarrollo constructivo de San Francisco.

El contrato que el 16 de Agosto de 1638 firmaba la comunidad con dos artífices locales, dado a conocer por Segado en su obra ya citada, y que en las partes que nos interesan es como sigue:

En la ciudad de Lorca… estando en el convento de señor San Francisco de esta ciudad el padre guardián y demás frailes de él habiéndose juntado y congregado a son de campana tañida para tratar y conferir cosas tocantes a dicho convento… de la una parte, y de la otra Juan Garzón piedrapiquero y Juan Rodríguez albañil vecinos de esta ciudad y maestros de dichos oficios dijeron que por cuanto todos estos otorgantes tienen tratado de proseguir y acabar de hacer la obra de la iglesia del dicho convento y para que conste las condiciones que tienen tratado las declaran y son las siguientes:

  • Primeramente se tienen de levantar y proseguir conforme van erigidas de piedra labra friso y cornisa que corra por toda la iglesia.
  • Y es condición que se han de hacer y cerrar los tres arcos torales que corresponden a las tres pilastras de piedra labradas y en cada capilla de arco a arco se han de hacer sus formaletes de piedra labrada donde siente y descanse la bóveda.
  • Item que se tiene de hacer y proseguir la fachada de la parte de la puerta de la iglesia reparando el friso y cornisa en que fuere menester prosiguiendo la fachada conforme a la traza que está dada.
  • Es también condición que ha de correr cornisa de piedra labrada por lo alto de la iglesia por la parte de afuera alrededor del tejado.
  •  Es condición que en la última capilla que hace esquina a las dos calles se ha de hacer torre, desbaratando lo que hoy está hecho sacándole cimientos bastantes conforme a el arte levantándola hasta el vuelo del coro de seis palmos de grueso de pared y de allí arriba encogiéndola lo que convenga y formando la escalera o caracol de allí para arriba.
  • Juan Rodríguez maestro de albañilería se obliga por su parte a hacer lo que toca a mampostería, sentar ladrillo, enlucidos, bóvedas y toda obra de yeso y tejados dándole el convento como dicho es en las condiciones de arriba y asiento con el dicho Juan Garzón los materiales y demás materiales y menesteres para la obra de modo que toda la manufactura ha de poner solamente.

Casi todas las cláusulas de este contrato merecen un comentario, pero antes es conveniente aclarar la competencia profesional de los maestros contratados:

  • De Juan Rodríguez el propio contrato nos informa sobre lo que era capaz de hacer: mampostería, sentar ladrillo, enlucidos, bóvedas y toda obra de yeso y tejados. Su cualificación profesional hizo que se le encomendaran por estos años los reparos que precisaba la torre de Águilas y la reconstrucción del granero del Monte de Piedad.
  • Con respecto a Garzón, al que se le llama piedrapiquero, sus cualidades como cantero quedan fuera de toda duda por lo que de él dice Espín. Pero el perfil de este artista va surgiendo poco a poco, estando ampliamente documentada su actividad en Lorca.

Tres obras más de Garzón son conocidas en Lorca: la reflejada en el contrato de 1638 que acabamos de ver; la construcción de un puente en ese mismo año, por el que el cantero hubo de responder al ser arrastrado por una riada al año de su construcción; y la del muro norte de la Colegiata de San Patricio en 1649, que ocasionó problemas al cantero al pleitear el Concejo con el cabildo colegial.

En 1655 concluía las obras que se le encomendaron en la ermita de la Soledad de Caravaca, y en ese mismo año contrataba la finalización de la portada de la parroquial de El Salvador de la misma localidad, labrando el cuerpo superior de esa obra renacentista, la cornisa y sobre ella una galería con cuatro arcos a semejanza de los que ya había hechos.

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Portada de la Iglesia de El Salvador, Caravaca. Juan Garzón realizó el segundo tramo.
En 1659 se asentó como escultor en Sevilla. En 1665 aparece en un documento diciéndose él mismo maestro arquitecto. Parece que fue hijo suyo Juan Francisco Garzón, aprendiz de pintor con Francisco de Meneses Osorio. De todo lo visto y por la obra conservada, se desprende que Juan Garzón era capaz de planificar y labrar en piedra y con suficiencia cualquier trabajo que de él se requiriera.

Destacan en el contrato de 1638 algunas de las clausulas: Lo primero que sorprende son las palabras proseguir y acabar de hacer las obras de la iglesia que figuran en el encabezamiento, sugiriendo una continuidad en el trabajo de quienes lo podrían haber iniciado, llevando por la parte alta de la iglesia friso y cornisa corridos.

Alzado exterior e interior de la Iglesia de San Francisco.
Alzado de la Iglesia de San Francisco.
El término proseguir vuelve a utilizarse en la tercera condición, en la que se aborda la terminación de la fachada, especificando que se habría de reparar friso y cornisa donde fuere menester, y todo ajustado a la traza dada.

Mucho más interesante es la cláusula siguiente referida a la construcción de nueva torre. Habría de desbaratarse lo hecho —aquel viejo campanario para  el que se fundieron campanas en 1607 —, hacer  nuevos cimientos y elevarla con una pared de seis palmos de grueso hasta alcanzar lo alto del coro, encogiendo la pared lo que conviniese en los cuerpos siguientes. Se dice que el modo de acceso, una vez salvado el primer cuerpo, sería mediante escalera o caracol.

Interior de la Iglesia de San Francisco.
Interior de la Iglesia de San Francisco.
Ningún documento salvo el de 1638, da cuenta precisa de los elementos que integran la portada y las diferencias estéticas en la talla del segundo cuerpo advertidas, en donde la escultura de la Inmaculada, inserta en una pequeña hornacina, remite a modelos granadinos de primeras décadas del siglo XVII difundidos por el taller de los Mena; además el propio Garzón, por ejemplo, termina la fachada renacentista de El Salvador de Caravaca, de mediados del siglo XVI, años después de su participación en la de San Francisco de Lorca.

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Cuando en 1638 se contrata con Garzón la terminación de la fachada, se cita una traza que podría justificar que las clausulas pactadas no reflejasen más detalles. Esa justificación se aviene mal con lo que vemos que pasó en 1655 al encargarse el cantero de la terminación de la portada de El Salvador de Caravaca. Allí se recogen todo los detalles de hornacina, escudos y cornisa, mas los arcos superiores, a pesar de que el cantero había presentado un diseño al que se ajustaría la obra. En Lorca sólo se le pedía reparar friso y cornisa donde fuera necesario y continuar la obra conforme a la traza.

Con una interpretación literal del documento, se le estaría pidiendo reparar los desperfectos que había en el coronamiento del segundo cuerpo y seguir hacia arriba con los sillares lisos, haciendo solo la moldura de la ventana, el frontón que la remata y el escudo de la ciudad, elementos que precisaban de pocas explicaciones. También conviene hacer mención de que en el contrato de 1638 se dice que se valoraría la piedra que se hallare labrada y por labrar en el convento, de lo que se puede concluir que quizás escudo, frontón y recerco de la ventana ya estaban tallados y que sólo procedería su asentamiento.

La cornisa que remata el segundo cuerpo de San Francisco es idéntica a la que se aprecia en la base del frontón superior y distinta de la que remata el cuerpo inferior. Esta parte es la que se le pidió a Garzón que reparase y se hizo en consonancia con la cornisa superior. Ese ejemplo no resulta definitivo, pero puede añadir al más convincente de comparar las cartelas y coronas que lucen los escudos de San Francisco —según Segado labrados por Garzón— con aquellos otros que el mismo maestro haría en el segundo cuerpo de la portada de El Salvador en 1655, difieren de tal modo en detalles de diseño y labra que no se pueden tener como hechos por la misma mano. Todo ello conduce a pensar, coincidiendo, que la ejecución de los dos cuerpos de la portada de San Francisco corresponde realmente a los años iniciales del siglo XVII; que en ellos se incorporó un diseño retardatario aunque no muy alejado temporalmente de su modelo más directo —la portada de mediodía de San Patricio—, pero desprovisto ahora de la riqueza decorativa propia del Renacimiento; y que al cantero Juan Garzón se le encomendó acabar la fachada asentando la piedra ya labrada y completando con sillares hasta alcanzar la coronación del tejado. Las obras en la fachada principal del templo se completarían con la culminación de la torre años más tarde.

Bibliografía:

MUÑOZ CLARES, Manuel.: “Clavis 8”. Historia arquitectónica del Convento de San Francisco de la Puerta de Nogalte,

SEGADO BRAVO, Pedro.:“Lorca Barroca” Ed edit.um.

– Archivo de la Hermandad de Labradores, Paso Azul.

Juan Bautista Mateos Alcolea