Tercer periodo
Dos años después en 1648, el convento dio poder al Síndico para que vendiera la capilla situada a mano izquierda “según se entra a la Iglesia por la puerta principal” a la Cofradía de la Sangre de Cristo. La documentación conservada ofrece pistas de ubicación topográfica en la misma Iglesia y da idea del estado de las obras. Esta capilla del lado del Evangelio la adquirió la citada Cofradía precisamente por ser contigua a las que ella detentaba desde siempre. La compró entregando al convento 750 reales por la conveniencia de tener un reducto contiguo que sirviese como sacristía y, sobretodo, para guardar “los ornamentos, imágenes y demás aderezos” de la Cofradía como reza el contrato. Esto explicaría la información documental de que, en caso de que la capilla se habilitase para celebrar, el convento se obligaba a dar a la Cofradía sitio para poner sus pertenencias. Está claro que no siendo adecuada esta Capilla para recibir retablo y decoraciones subsiguientes por su estructura peculiar, poseedora de la citada escalera, los cofrades la habilitaron como almacén, realizándose la liturgia en aquella otra capilla que habían adquirido bastantes años antes -concretamente en 1628– y que también le era contigua pero en ascenso hacia el crucero. La nueva Capilla debería de contar con rejas igual a la que poseían las capillas antedichas y que, como se vio, sirvieron de modelo a las de las Capillas que la Cofradía del Rosario tenían en la Iglesia de Santo Domingo. Las rejas se ejecutarían en madera.
Hasta las últimas décadas del siglo XVII las obras en San Francisco proseguirán de modo regular, centrándose en la paulatina ejecución de Retablos para completar las oportunas capillas o en la venta de las mismas sin que se destaque artísticamente nada singular salvo una fecha puntual de verdadera transcendencia, la realización de la Capilla Mayor en 1689. Es probable que la ausencia de obras de verdadera representatividad se debiera a una situación deficitaria del convento en la décadas de los sesenta ya que el Padre Guardián Fray Juan Navarro pidió al Consejo de la Real Hacienda de S.M. ayuda para poder proseguir las urgentísimas obras, y en caso negativo, la concesión de doscientas fanegas de trigo de las tercias reales que en Lorca correspondían a la Corona.
La obra de la Capilla Mayor, que es la que existe en la actualidad, se inició en febrero de 1689 y para ello se desestimó cualquier estructura preexistente del contrato que se firmó entre el convento, representado en su Síndico, el regidor D. Andrés Fernández de Cáceres y Torres, y el maestro de albañilería Pascual Ventura. Tras la tarea inicial de derribar la pared vieja y allanar la tierra donde iría el pavimento o enlosado tanto de la Capilla Mayor como de las colaterales, se comenzó por practicar, de piedra y yeso, un contraarco ciego de una vara de peralte y de grosor que armonizase con su conjunto.
Retablo Mayor año 1925
Bóvedas:
Las tres bóvedas con lunetos correspondientes a esta capilla Mayor y a sus colaterales del crucero, serán de ladrillo al igual que la media naranja, lisa, perfectamente comprobable en la actualidad después de los desperfectos sufridos por el terremoto del 11 de Mayo de 2011 que reposaría en un anillo labrado y ornamentado con dentículos y ovas . Un florón de madera dorado remataría artísticamente el centro de ella, cuyas dimensiones se adaptarían al hueco practicado.
Pilastras:
Las pilastras nuevas marcarían la pauta a seguir por las viejas, que se igualarían a estas nivelando su saliente como sigue. Siendo las pilastras que habían conformado el crucero y las de la Capilla Mayor más robustas que las pertenecientes a las capillas laterales a lo largo de la nave central, se optó en este momento por solucionar la atonía estética que implicaba un mayor resalte o cuerpo sobresaliente de las primeras. Así pues, en las pilastras de la nave principal y única, se adosaron, solo en su parte superior y hasta confluir con las apostas de los arcos de las capillas unas placas enlucidas. Esto explica que la parte inferior de dichas pilastras resulte totalmente lisa y ligeramente rehundida en proporción a la superior, la cual fue decorada, ya dentro del siglo XVIII, con cartelas enriquecidas con rocaille y espejos. Unas medias pilastras con basas y capiteles y “formaletes” resaltados ocuparían las esquinas. Cornisas y capiteles armonizarían siguiendo el mismo orden y, como remate final de la obra, toda la Capilla Mayor iría enlucida y enlosada. El presbiterio tendría tres gradas provistas de mamperlanes de madera y tanto el altar mayor como los colaterales tendrían bastidores y peanas de madera.
Detalle de Pilastras y Capilla con Retablo tras la restauración del año 2012
Cubierta:
La cubierta consistió en una bóveda de cañón con lunetos, donde se practicaron unos vanos que servirían de iluminación a la Iglesia. Encima de los arcos de las capillas laterales y al elevarse la techumbre se abrieron también unos vanos rectangulares que, dotados en el siglo siguiente de la respectiva decoración y rejas, se transformaron en pequeños balconcillos. Por esta ejecución Bentura percibió 600 ducados a condición de que estuviese terminada para dentro de seis meses, es decir, a finales de Julio de 1689.
Cúpula
La cúpula de San Francisco de Lorca se ajusta con exactitud en su ejecución a las normas especificadas en el contrato. Como ya se ha dicho es una cúpula de media naranja rebajada que se apoya en un anillo sobresaliente adornado con dentellones y ovas. Ambos son lisos y la iluminación se consigue a través de unos óculos practicados en la misma cúpula que procede de las ventanas del cuerpo prismático que la cubre, ya que no es trasdosada.
Aunque en principio parece que no tenía decoración, es probable que el espacio en blanco fuese concebido para plasmar pictóricamente alguna escena panegírica de la Orden Franciscana al igual que sucede en las cúpulas pertenecientes a la Iglesia de Nuestra Señora de las Huertas y a la de la capilla del Rosario de Santo Domingo. A mitad del siglo XVIII se ejecutarán en pintura los trazos que reproducen nervios. A la etapa decorativa inicial responde el florón de madera dorada cuyas dimensiones debían adaptarse a las del hueco practicado en la cúpula para ello.
Cúpula de la Iglesia tras la restauración del año 2012.
Pechinas:
Las pechinas muy probablemente estarían sin decorar en el siglo XVI y esta se realizaría en el siglo siguiente. Se resume en unas cartelas más bien oblongas, coronadas, circundadas por marco y enriquecidas por motivos vegetales que se proyectan en ondulantes movimientos a ambos lados. Las escenas representadas en cartelas, probablemente estuco policromado aunque de iconografía variada, reflejan siempre símbolos importantes para la historia de la Orden Franciscana. Respectivamente, el anagrama de Jesús como soporte de un niño representado de pie y unido al sol radiado; la Purísima alzada sobre la media luna que, sirviéndole de peana, parece un trasunto del arco iris; el anagrama propio de la Orden o los dos brazos cruzados de Jesucristo y de su Fundador, y la heráldica propia de los Franciscanos en su calidad de Custodios de los Santos Lugares, resumen aquellas.
Capillas laterales:
Del contenido de sus capillas laterales se puede destacar, además de discretos retablos, lo siguiente:
– En la capilla de la Purísima, retablo barroco de 1746, las imágenes de San Joaquín y Santa Ana, obra del escultor Francisco Salcillo.
– En la capilla del buen pastor, pinturas en banco y ático con escenas de la vida de la Virgen de estilo cercano al círculo de Ribalta.
– En la de la Inmaculada, un óleo con esta advocación del pintor Camacho Felices (1644-1716 ), fechado hacia 1700.
– En la de Santa Catalina, imagen de una Dolorosa, tal vez del taller de Roque López.
Finalización de la construcción:
-La construcción de la cúpula, a excepción de su decoración como se ha visto, significó la conclusión definitiva de la Iglesia del convento de San Francisco a finales del siglo XVII. Las obras de los años siguientes consistirían en la decoración y adorno de la Iglesia y de sus capillas, resaltando la ejecución de Retablos.
Posteriormente se ornamentará todo su interior con nuevos retablos y yeserías decorativas conservándose en el coro un órgano del S. XVIII reformado en 1826.
Se restauró entre 1985 y 1987, debido a su gran deterioro, sobre todo en la techumbre. El interior es de gran interés por el conjunto de retablos barrocos que alberga el testero. El Retablo Mayor es obra del escultor lorquino Ginés López en 1693 , habiendo sido restaurado en 1999. Los dos retablos del crucero son obra de Jerónimo Caballero en el S. XVIII, estando dedicados a San Antonio y a la Vera Cruz y Sangre de Cristo. El pequeño retablo del lado del Evangelio alberga la Imagen de la Santísima Virgen de los Dolores, titular de la Cofradía obra del escultor valenciano José Capuz en 1942.
En el Coro se conserva un Órgano del S. XVIII, aunque reformado en 1826. Se restauró entre los años 2006 y 2009, se inauguró el 26 de Mayo de este último año, siendo Presidente de La Hermandad de Labradores, Paso Azul, D. José Antonio Ruiz Sánchez. Cabe destacar que tras los movimientos sísmicos de mayo de 2011, fueron necesarias varias actuaciones para volver a recuperarlo.
Órgano Barroco
Esta es la última de las entradas referentes a la construcción del templo y convento de San Francisco. Esperamos que estas publicaciones os hayan ayudado a entender y conocer la historia de esta edificación y en consecuencia, la de La Hermandad de Labradores.
Bibliografía:
-“Lorca Barroca” Ed edit.um, SEGADO BRAVO, Pedro.
- Archivo de la Hermandad de Labradores, Paso Azul.
Texto: Juan Bautista Mateos.