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“Aún antes de la historia, esta tierra estaba cuando príncipes griegos y troyanos fundaron una legendaria ciudad gobernada por el Sol. Y fue Argárica y Visigoda Reino de Taifa, Judía y Cristiana, Renacentista y Barroca, encrucijada de culturas, tierra fronteriza.

Y esta tierra milenaria de suelo grato, fue cuna de valerosos guerreros ,que durante siglos, espada contra malvados, el Reino fue segura llave (“Lorca solum gratum, castrum super astra locatum, ensis minans pravis, regni tuttisima clavis”)

Altar mayor de San Francisco (AML. Pedro Menchón, h. 1925)

Y la llamaron Eliocroca, Ilorci, Lurça, Lorca.

Y en una Lorca ya en paz, tras la caída del último bastión musulmán; sobre las antiguas piedras de sus casas solariegas, labraron sus caballeros los escudos y blasones de tan esclarecidos linajes

Y en aquellos tiempos; en pleno Renacimiento, a extramuros de la ciudad, en las antiguas Puertas de Nogalte , sobre frondoso huerto, la Iglesia de San Francisco.

Y desde entonces San Francisco fue San Francisco; y entre sus patinadas piedras ennegrecidas por el paso de los tiempos y fragantes por el incienso de los cultos, la orden seráfica que los recogía sembró entre la población un indescriptible sentir mariano.

Y Salves y Serenatas; y ofrendas y cultos litúrgicas; y pasión y amor se desbordaron. Y las buenas obras de sus frailes; y la generosidad de sus gentes y los mejores artistas moldearon San Francisco. Y madera y oro, y gubia y ángeles tallaron los mejores retablos del Barroco Murciano, que exultantes, guardaban en capillas y hornacinas, la fe de un pueblo que se expresa a gritos con silencio.

Y todo ello fue así durante más de cuatro centurias entre las que los gruesos muros del templo soportaron erguidos epidemias, guerras y catástrofes naturales”

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Un día más que avanza en el calendario, es 11 de Mayo de 2011, La Hermandad de Labradores hace balance sobre la Semana Santa del presente año y comienza a preparar la de 2012.

Todo transcurría con normalidad, cuando a las 17:05 h se dejó sentir con virulencia un seísmo moderado de 4,5 º en la escala Richter, con Intensidad VI en la escala de Mercali, alarmando a los lorquinos que se echaron a la calle .

A los pocos minutos ,varios azules se agolparon en las inmediaciones de la Iglesia para comprobar que todo seguía en orden y que las imágenes no habían sufrido ningún daño.

Cuando se encontraban en el templo, a  las 18:47 un ruido ensordecedor  seguido de un auténtico zarandeo hizo que los cimientos del templo franciscano se tambaleasen como nunca antes lo habían hecho, resquebrajándose muros , unos muros impregnados de pasión y amor, observadores a lo largo de los años de los “Vivas” y del fervor hacia la Madre. Las pilastras que sostenían la ilusión y el empeño de los azules ahora se agitaban sin clemencia, y los que allí se encontraban pudieron contemplar, como parte de la cúpula se derrumbaba arrastrando consigo los recuerdos de Salves y Serenatas.

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Y en ese mismo momento un puñal atravesó el corazón de los azules, angustiados por el estado de nuestra Iglesia, y por cómo se encontraban las imágenes que tanto amor y pasión suscitan en nuestro interior.

Los primeros instantes eran un mar de cascotes y polvo, los allí presentes, aún aturdidos por lo acontecido, no dudaron ni un solo instante, en volver a entrar y rescatar a Nuestra Madre, que se encontraba en su hornacina con el rostro afligido, como si fuese cómplice de lo ocurrido. Abandonando su Retablo, y llevada a prisa al exterior cruzando el arco franciscano, pero esta vez sin rosas, sin vivas, sin lágrimas…

De la misma manera otro grupo de azules rescataron del interior del templo al Stmo. Cristo de la Buena Muerte (Cristo Yacente) liderados por  Vicente Sánchez del Rey, Hermano mayor de la comisión a la que pertenece dicha talla.

Al salir del templo y tras poner en un lugar seguro a las sagradas imágenes, pudieron visualizar los efectos que el terremoto había provocado en el exterior del templo barroco.

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Aquella torre que desde cualquier punto de Lorca se podía identificar, cuyas campanas volteaban reuniendo a los azules para felicitar a su Madre, aquella torre que se mantuvo incólume durante siglos, ahora se encontraba rota de dolor al ver que la Madre abandona el templo entre cascotes y polvo.

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 “Y San Francisco dejó de ser San Francisco; y se apagó la luz y el fulgor de sus retablos; con capillas y hornacinas ya vacías, su torre triste desde entonces mira al suelo y te busca”

Y su reloj que tantas noches ha mantenido en vilo a los corazones azules, ahora hecho añicos, se había parado a las 18:47 , un tal 11 de Mayo.

 

” Y nuestra Semana Santa; que es caballo y cuadriga; que es bordada en seda y oro; que es sacrificio y esfuerzo; que es fervor mariano y pasión por nuestra Madre, quedó huérfana de San Francisco”

Con la llegada de la  oscura y solitaria noche sobre el templo barroco, llegó la incertidumbre de los azules, sobre si nuestra Iglesia aún se mantendría en pie cuando saliese el sol.

P1190174Llegó el  12 de mayo y la luz comenzaba a iluminar la veleta inclinada de la torre, poco a poco el campanario se hizo visible, mientras el sol bañaba las grietas de dolor en forma de piedra; finalmente se hizo visible la totalidad del templo en el cual se colaban algunos rayos luminosos a través de las heridas abiertas el día anterior.

No mucho más tarde, un gran número de azules se encontraba junto a la puerta de la Iglesia, con el fin de entrar y rescatar todo aquello que se pudiese salvar tras la caída de cascotes.

Al fin se abrieron las puertas, haciendose evidente el mal estado del templo;  lejos de la cobardía y el abatimiento, los allí presentes entraron con un arrojo memorable,  sacando todos los elementos posibles, con un silencio sepulcral para evitar vibraciones que pudiesen ocasionar la caída de nuevos cascotes.

Juan Bautista Mateos Alcolea